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Unos simples cambios en nuestro comportamiento individual y cotidiano pueden tener un gran impacto sobre la vida; pero hace falta saber cuál es el sentido ... de esos cambios y aplicarlos de manera coherente. Durante la pandemia, en un gran acto de solidaridad y sacrificio por el bien común, demostramos que podíamos cambiar radicalmente nuestro modo de vida para proteger a familiares, vecinos y, en general, a toda la población.
La guerra en Ucrania y sus consecuencias para Europa nos confrontan con nuevos desafíos. Queremos cortar todos los vínculos con el país agresor, incluyendo las relaciones económicas que le proporcionan ingresos para financiar la guerra. La UE compra a Rusia más del 40% de sus necesidades de gas y más del 25% de las de petróleo. Dejar de usar esta cantidad de energía de un día para otro no es realista, ni para nuestra industria ni para nuestros hogares, pero sí es posible prescindir, desde ahora hasta 2027, de una gran parte y sustituir el resto por fuentes alternativas. Este cambio exige nuevamente la solidaridad y el compromiso de los europeos, y también de los 50 millones de españoles. Nuestra contribución resulta de gran importancia.
El ahorro individual de energía puede traducirse, acumulativamente, en grandes cambios en la demanda conjunta de gas y petróleo con resultados prácticamente inmediatos. Por ello, es necesario actuar de manera colectiva y solidaria, cambiando nuestros hábitos y rutinas. Si estamos convencidos de que esos cambios son importantes porque pueden ayudar a que la guerra acabe y al mismo tiempo hacer nuestro continente más resiliente y sostenible, será más fácil aplicarlos y mantenerlos en el tiempo. Un pequeño compromiso por parte de cada ciudadano puede suponer un ahorro de hasta un 5% del consumo de gas y de petróleo en la UE.
Nuestro esfuerzo por ahorrar energía también acelerará la transición verde de nuestras economías y sociedades, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático. Hemos llegado a un punto de desarrollo en el que el medioambiente casi no puede aguantar más el impacto de la actividad humana. Estamos obligados a actuar. El uso razonable de energía y el despliegue más rápido de las fuentes renovables es clave para reducir el impacto que provocamos cada día en el clima con la emisión de gases de efecto invernadero. Hay muchos sectores que han mejorado su eficiencia energética, pero hay otros, como el del transporte o la energía que consumimos en nuestros hogares, que pueden contribuir más.
Para cambiar nuestras rutinas diarias como, por ejemplo, los desplazamientos al trabajo o al colegio, o el uso del aire acondicionado en casas y oficinas, hace falta cambiar nuestra mentalidad. Tenemos que entender lo importante que es el compromiso individual, aunque esto implique menos confort para nosotros, porque, colectivamente, puede tener efectos tangibles: aire más limpio, entorno más verde y sano, menos olas de calor insoportables, menos inundaciones e incendios forestales. Y también menos combustibles fósiles importados desde Rusia.
Para usar menos el coche necesitamos un transporte público eficiente y barato, una buena infraestructura peatonal y una red más grande de carriles para bicicletas. Para poder usar los sistemas de calefacción y de refrigeración de manera más racional hace falta aislar mejor nuestras casas y aumentar su eficiencia energética. Con el fin de mejorar la infraestructura del transporte y la eficiencia energética de nuestros hogares, la Comisión Europea financia la renovación de edificios o de infraestructuras ferroviarias. Para reducir el consumo de electricidad es importante, aunque parezca trivial, usar los electrodomésticos menos frecuentemente, por ejemplo, poniendo la lavadora o lavavajillas solo cuando estén llenos.
Y tampoco hay que olvidar que todo este esfuerzo nos ayudará a bajar nuestra factura de la luz y el gasto en combustibles. La Comisión Europea y los gobiernos centrales y regionales estamos poniendo en marcha campañas para animar a los consumidores y a las empresas a contribuir a la eficiencia energética. Estas campañas servirán también para educar y para mostrar soluciones y medidas que facilitan el ahorro de energía. Muchos de nosotros no somos conscientes de lo fácil que puede ser usar la energía de manera más eficiente y moderada.
Somos privilegiados porque vivimos en un país europeo seguro y democrático que pertenece a un continente desarrollado, en donde, a pesar de los problemas, no se ponen en cuestión las libertades ni los derechos humanos y se ofrecen oportunidades para el progreso individual. Tomar conciencia de este privilegio debe hacernos más responsables y nos obliga a dar ejemplo en la lucha contra las crisis actuales.
Ahorrar energía en nuestro entorno será un paso más para demostrar la solidaridad con el pueblo ucraniano y para hacer una pequeña, pero importante, contribución a la lucha por nuestro planeta.
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Ana del Castillo
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