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El BCE confirmó este jueves dos decisiones ya anunciadas que modifican su línea de intervención sobre la economía europea desde hace once años: la subida del precio oficial del dinero en 0,25 puntos en julio y la suspensión de sus compras masivas de deuda. ... El objetivo de ambas medidas, que ponen fin a una etapa de excepcionalidad en la política monetaria para afrontar las crisis encadenadas en ese periodo, es contener una inflación disparada, que ha trepado hasta el 8,1% en la Eurozona; un empeño en el que confluirán otras iniciativas, como la 'excepción ibérica' para abaratar la factura de la luz. El aumento de los tipos de interés enfriará el crecimiento, como ya está haciendo la carestía de la energía, extendido al conjunto de la cesta de la compra. Por esa razón la institución que preside Christine Lagarde lo ha demorado y limitado respecto a la Reserva Federal estadounidense y al Banco de Inglaterra, aunque el intenso ascenso del IPC no le ha dejado otra alternativa que mover ficha.
El Banco Central Europeo coincide con la OCDE en que la alta inflación perdurará más tiempo del previsto en principio. Este ejercicio registrará una media del 6,8% en el conjunto de la zona euro, del 3,5% el próximo y hasta 2024 no se acercará al objetivo del 2%. El ideal de moderar el repunte de los precios sin lastrar la actividad le ha aconsejado apostar por un paulatino ascenso de los tipos, que volverá a incrementar en septiembre según la evolución de la economía y sus perspectivas inmediatas, lo que dependerá fundamentalmente de los avatares de la guerra de Putin, de los movimientos geopolíticos que suscite y de su afección en la crisis energética.
El hecho de que Lagarde haya anunciado medidas que tardarán semanas en hacerse efectivas permite suponer que instituciones y empresas llevan tiempo adecuando sus cuentas y propósitos a las nuevas condiciones monetarias. Aun enfriando la recuperación, la necesidad de afrontar el mal mayor de la inflación va a contribuir, a través del alza del precio del dinero, a que el poder adquisitivo de las familias frene su deterioro en términos de consumo. Pero obliga a España a tomarse más en serio el nivel de déficit y deuda que soporta. La retirada de compras masivas de bonos por parte del BCE no permite que los gobiernos interpreten la prórroga de la relajación presupuestaria europea para 2023 como una oportunidad de incrementar su endeudamiento, sino como un margen temporal mayor para hacer efectiva la consolidación.
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