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En las páginas de este periódico del pasado día 7 se publicó una información de carácter nacional sobre la próxima asamblea de las diócesis españolas y las propuestas para eliminar el celibato de los clérigos, que demuestra los escasos conocimientos que hay en España, incluidos ... los periodistas, sobre la historia de la Iglesia y del cristianismo en general. Aduce el periodista, teóricamente un experto sobre el tema, como posible argumento a presentar por los obispos para suprimir el celibato, el hecho de que san Pedro tuviese una suegra. Cito textualmente: «Los curas no siempre han sido célibes. De hecho, la suegra de Pedro, el primer papa de la historia, fue curada por Jesucristo por obra de un milagro». En estas dos líneas se incluyen dos informaciones que yo calificaría, como mínimo, de simplezas.
Comenzaré por lo relativo al celibato. Se trata de una norma de disciplina a la que están sometidos los sacerdotes católicos que se rigen por el rito romano: el compromiso de no contraer matrimonio. No es ningún principio dogmático, pues tanto Pedro como, probablemente, el resto de los apóstoles estaban casados. Entre los judíos de la época estaba mal considerado rechazar el matrimonio, y el que ni Jesús ni san Pablo estuviesen casados es una anomalía no fácil de explicar. En cuanto a Pedro, no solo se conoce el paso evangélico al que alude el periodista, sino que existen antiguas tradiciones de que su esposa murió mártir en Roma y a su hija, santa Petronila, se le dio culto en una iglesia a ella dedicada. Aunque, con toda seguridad, se trata de simples leyendas, es una prueba más de que el matrimonio ni era rechazado ni estaba mal considerado en los primeros siglos del cristianismo. El celibato es una norma de derecho eclesiástico que comenzó a imponerse en el siglo IV y que de una manera estricta no se aplicó en la Iglesia Católica hasta después del concilio de Trento del siglo XVI. Por lo tanto, nada impide que se pueda cambiar esta norma en cualquier momento.
La segunda información es la supuesta condición de san Pedro como el primer papa de la historia. Hoy día ningún historiador serio admite que san Pedro fuese papa, es decir, obispo de Roma, pues es un dato histórico seguro que en Roma no hubo obispos antes de mediados del siglo II d. C. La institución que se conoce como episcopado comenzó a difundirse en las iglesias de Oriente, especialmente Antioquía, a finales del siglo I, y desde Oriente se fue extendiendo progresivamente a Occidente. En el caso de Roma, sabemos que hasta bien avanzado el siglo II la comunidad cristiana de la ciudad se regía por un colegio de presbíteros o sacerdotes. Aduciré un ejemplo para demostrar que se trata de hechos históricos aceptados incluso por los historiadores católicos. En una magna historia de los papas publicada recientemente en Roma, promovida por el Instituto de Estudios Patrísticos 'Augustinianum', el capítulo dedicado a San Pedro ha sido escrito por el teólogo e historiador agustino Prosper Grech, cuyos méritos fueron reconocidos por su discípulo Benedicto XVI nombrándolo cardenal. Allí el teólogo católico afirma que en el término Pedro «se encierra un concepto teológico ('theologoumenon'), una persona histórica, pero que Pedro no fue el fundador de la Iglesia de Roma». En la misma obra, el famoso historiador católico Manlio Simonetti afirma textualmente que «lo único cierto es que los personajes incluidos en la primera lista de papas de Roma que todos conocemos. hasta Pío incluido (140-155), son solo nombres sin la más mínima realidad histórica». Y añade que el primer obispo atestiguado con seguridad en Roma es Victor (189-199).
No es este el lugar para explicar cuándo y cómo se formó la creencia tradicionalmente defendida por la Iglesia Católica de que los papas son sucesores de san Pedro, pero creo que bastan las citas que he recogido para ilustrar lo que sobre el temapiensan hoy los historiadores, ya sean católicos o no. Las creencias, mitos y leyendas transmitidas de generación en generación son muy difíciles de combatir, sobre todo cuando afectan a temas religiosos o nacionalistas. Es el caso de la idea de la Reconquista española, inventada por los intelectuales del siglo XIX para afianzar el sentimiento de nación española o el mito de la Edad de Piedra como origen de las libertades del pueblo vasco o de la represión de una supuesta nación catalana por las tropas de Felipe V.
Volviendo al punto de partida, he intentado aclarar porqué considero simplezas que un periodista, teóricamente experto en temas de la Iglesia, recurra a la suegra de san Pedro como argumento para suprimir el celibato de los curas y que defienda que san Pedro era obispo en una época en que no existían los obispos. Con todo, creo que la mayoría de mis lectores seguirán pensando que san Pedro fue el primer papa.
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