Suero equino

El suero hiperinmune de caballo ha demostrado en laboratorio una eficacia 50 veces mayor que el plasma de pacientes convalecientes de COVID-19 a la hora de frenar la entrada del coronavirus a las células. Además, los caballos son auténticas biofábricas, que permiten obtener gran cantidad de suero con muy pocos animales; a diferencia del plasma convaleciente, que es un recurso muy limitado. Para conseguir el suero, en el proyecto argentino se inyecta a los caballos la proteína espiga recombinante de SARS-CoV-2, que resulta inocua para ellos; la diferencia con proyectos de otros países está en las proteínas que se inyectan, siempre características del coronavirus. Los caballos generan gran cantidad de anticuerpos contra las proteínas extrañas, y un mes después de la inyección se les puede extraer plasma rico en anticuerpos mediante un proceso de plasmaféresis, similar al utilizado en pacientes humanos. Después de la extracción del plasma, estos anticuerpos se purifican y procesan, a través de un proceso biotecnológico, para obtener fragmentos de los anticuerpos con alta pureza y buen perfil de seguridad.

Los anticuerpos policlonales equinos ya se vienen utilizando en medicina desde hace décadas, principalmente como antídoto contra el veneno de serpientes y escorpiones, pero también para atender intoxicaciones por toxina tetánica, botulismo o exposiciones a virus infecciosos como los de la rabia o la gripe aviar.

Si los ensayos culminan con éxito, el suero hiperinmune podría producirse a escala prácticamente en cualquier lugar del mundo, sólo en Argentina esperan contar decenas de miles de dosis antes de fin de año. El arsenal terapéutico para hacer frente al coronavirus sigue creciendo; si se confirman estos tratamientos y con la vacuna en el horizonte, el coronavirus podría dejar de ser nuestra mayor preocupación en cuestión de meses.