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La elección de Rishi Sunak como nuevo primer ministro del Reino Unido era la salida más coherente que tenían los 'tories' entre tanta incoherencia. Optar por el candidato al que descartaron al apostar por Liz Truss en las primarias. Optar por el ministro de Finanzas ... de Boris Johnson que dimitió para forzar la retirada de éste. Optar por quien, frente a las promesas de Truss de rebajas fiscales, defendió la política que finalmente tuvo que aceptar la ex primera ministra de la mano de Jeremy Hunt, después de deshacerse de Kwasi Kwarteng. Es la salida que podía garantizar la unidad mínima entre los conservadores para sacudirse una crisis demencial, asegurando además la pronta puesta en marcha del nuevo gobierno. Toda vez que los 'tories' no iban a echar en saco roto su actual mayoría parlamentaria para atender las demandas laboristas de convocar elecciones. Rishi Sunak será ahora el conservador que custodie la prerrogativa que el inquilino de Downing Street tiene de ser el único facultado para proponer al Rey la conclusión de la legislatura. Parada la caída en picado que venían protagonizando los conservadores entre inquinas fratricidas y a riesgo de acabar no ya fuera del gobierno sino incluso como una formación secundaria en el sistema de partidos británico, puede que a Sunak no le cueste demasiado remontar posiciones en las encuestas. Pero más difícil le será devolver a los 'tories' al primer lugar de un ranking demoscópico que se había dado un vuelco como nunca antes en la historia del bipartidismo en el Reino Unido.
La naturaleza de la crisis sufrida por los conservadores hunde tanto sus raíces en la sinrazón del 'Brexit', en el populismo antieuropeísta, en la nostalgia por un pasado inexistente y en la frivolización sobre los problemas del país, que el amago de Johnson para volver a tomar las riendas del partido y del país solo sirvió para descartarle en pocas horas. Los conservadores no necesitan más salidas de tono, el Reino Unido precisa recobrar la cordura, y el mundo atraviesa momentos de extrema gravedad como para que se desestabilice la gobernación de una de las potencias globales. El premier Sunak tiene ante sí todos los desafíos que los conservadores han ido acumulando a pulso. Le urge restablecer el tono de la economía británica, la confianza de los mercados y el valor de la libra. Le urge afianzar el papel de Londres frente a la guerra híbrida desatada por Putin. Le urge resintonizar con la Unión Europea, sin dar chance alguno a las corrientes iliberales al otro lado del Atlántico.
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