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El negacionismo que nunca cesa sigue buscando titulares llamativos para amplificar el eco de sus palabras vacías. Recientemente, un tuitero, conocido por dar difusión a todo tipo de bulos relacionados con la pandemia, ha publicado una fotografía de un test de antígenos abierto, acompañándola con ... el texto «supertecnología de plástico para indigentes mentales».
Es cierto que el objetivo del tuitero era poner en ridículo los test de antígenos debido a su sencillez, ya que básicamente consisten en una tira de papel protegida por una carcasa de plástico; sin embargo, vamos a alabar su elección del sustantivo, que no es ni mucho menos desafortunada.
Como ya hemos dicho, la carcasa plástica sólo es un soporte protector, que facilita la realización e interpretación del test gracias a las ranuras e inscripciones que presenta. La supertecnología se encuentra en el interior, en la humilde tira de papel absorbente.
El funcionamiento de un test de antígenos está basado en la cromatografía, que es un proceso muy utilizado en los laboratorios para realizar análisis cualitativos, ya que, a pesar de no ser una técnica muy potente, no requiere de ningún tipo de equipamiento.
A pesar de su aparente sencillez, la cromatografía no es una técnica antigua; su primer uso en el laboratorio tuvo lugar los primeros años del siglo XX. El pionero fue Mijaíl Tsvet, un botánico ruso que utilizó una columna de carbonato de calcio para separar una mezcla de pigmentos de plantas.
La cromatografía en papel es todavía más moderna: fue desarrollada en los años 40 por dos químicos ingleses, Archer John Porter Martin y Richard Laurence Millington Synge. Utilizaron una base de papel de filtro sobre el que se depositaba la muestra, para hacer ascender un disolvente por capilaridad, logrando separar los componentes de la mezcla gracias a las diferencias en la velocidad de transporte. Este trabajo mereció el Nobel de química en 1952.
En el caso de los test de antígenos, la tira cromatográfica está impregnada de anticuerpos que reaccionan específicamente con una proteína de la superficie del coronavirus. Las zonas en las que aparecen las dos líneas del test están impregnadas con nanopartículas de oro que, en el caso de que se produzca la reacción antígeno-anticuerpo, van a atrapar las partículas coloreadas para revelar el resultado. El funcionamiento es similar a otras pruebas de autodetección, como las de embarazo o las de glucemia. Para que el resultado sea fiable, hay que utilizar siempre el reactivo que acompaña al test, que además de transportar las partículas por la tira, va a proporcionar el medio adecuado para que la reacción tenga lugar.
Supertecnología de la buena, de la que facilita el trabajo y ayuda a progresar.
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