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En apenas quince días, dos resoluciones del Tribunal Supremo de gran impacto en las vísperas electorales. Primero, el visto bueno definitivo a la exhumación de los restos de Franco ... , que pronto ha pasado a segundo plano con la sentencia condenatoria de los dirigentes independentistas del 'procés', de mucho más calado porque el conflicto en Cataluña trasciende al 10-N y va a seguir marcando la vida política española y la convivencia en esa región durante mucho tiempo. Las dos decisiones del Alto Tribunal respaldan al Gobierno en funciones del PSOE de Pedro Sánchez, y a la contra, alientan el discurso de la derecha radical que representa Vox. Los dos contentos, también en Cantabria: cada voto que contabilice el partido de Santiago Abascal allana el camino hacia una nueva victoria socialista en las urnas.
El PSOE exhibe como un éxito político que la sentencia del Supremo se haya ajustado como un guante a su estrategia jurídica, impuesta a través de la Abogacía del Estado para buscar la condena más indulgente para los líderes independentistas procesados. Ahora el desafío de aquí a las elecciones es manejar con buen tino la crisis en Cataluña, con apelaciones a la templanza de los dirigentes soberanistas y firmeza policial ponderada para mantener el orden constitucional, amenazado por los disturbios, la violencia y el caos. Pedro Sánchez no lo va a tener fácil porque el independentismo ha tomado la calle. Partido Popular y Ciudadanos, con una saludable lealtad institucional, anunciaron en primera instancia su apoyo a las medidas que tome el Gobierno. Pero enseguida surgieron las dudas sobre si tanta docilidad puede hacerles daño en las urnas si no toman distancia crítica con la resolución judicial y no reclaman al Ejecutivo socialista una acción más contundente en Cataluña.
Por los extremos lo han tenido más claro desde el primer momento. Unidas Podemos, con su actitud compasiva con los presos independentistas y su apuesta por una salida política al conflicto. Y Vox, con una descalificación sin paliativos de una sentencia que les parece muy blanda, sobre todo por los beneficios penitenciarios que más temprano que tarde implicarán para los condenados, un argumento que comparten muchos ciudadanos. Para abordar el conflicto Vox no se para en barras: nada menos que el estado de excepción.
Hace sólo un mes, el PP de Cantabria contaba con recuperar muchos de los votos que en las generales del 28 de abril se le escaparon a VOX y sentenciaron su histórica derrota frente al PSOE. Pero los últimos sondeos nacionales no arropan esta teoría. Si los populares crecen es a costa del desplome de Ciudadanos, mientras que la derecha radical mantiene la fidelidad de sus votantes y progresa en el escalafón. Incluso en encuestas anteriores a las sentencias sobre la exhumación del cadáver de Franco y del 1-O, que podrían favorecer la movilización en favor de la derecha más rotunda.
Los estudios internos indican a los dirigentes de Vox que Cantabria es una de las ocho circunscripciones en las que puede estrenarse en el Congreso con un escaño para Emilio del Valle, que repite como número uno. En el partido esperan que la nueva visita, a primeros de noviembre, de Santiago Abascal, resulte tan multitudinaria como la de la campaña de abril, máxime después de su presencia estelar en 'El Hormiguero' que celebran como un gran éxito.
Las grandes expectativas de Vox entonces se trocaron en honda decepción, porque a los 40.000 votos obtenidos les faltaron al menos otros 5.000 para lograr plaza en la Cámara baja. Habrá que ver si el crecimiento en los sondeos se verifica en las urnas o si por el contrario opera con fuerza el voto útil que el PP reclama para sus siglas.
Mientras tanto se multiplican las cábalas sobre el reparto de los escaños de Cantabria, cinco en el Congreso y cuatro en el Senado. En el seno del PSOE, preocupados por los sondeos a la baja, confían en que el auge de la ultraderecha tan denostada sea el mejor aliado posible para contener el avance del PP y defender la victoria de abril con dos diputados y tres senadores. A Ciudadanos se le complica todavía más el oscuro panorama que pintan las encuestas.
El PRC no tiene a Vox entre sus principales competidores por el voto, pero tendrá que tomar en cuenta esa variable en el reparto de plazas en las Cortes. Mientras Revilla recibe la crítica del centro-derecha por su apoyo expreso a la actuación de Pedro Sánchez en Cataluña, al regionalismo le preocupa sobre todo que la crisis catalana monopolice la campaña de las elecciones generales y por ello le sea más difícil abrir espacio a su discurso centrado en la defensa de los intereses de Cantabria en las Cortes con el que hace seis meses logró un éxito memorable al sentar a Mazón en el Congreso, gracias también a un alarde de movilización que ahora necesitará repetir.
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