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Estoy en la playa: me tumbo, abro un libro y leo tres páginas, me baño, paseo por la orilla, me vuelvo a tumbar y dejo ... que el sol 'pinte' mi cuerpo. Y miro los cuerpos de los otros: observo que muchas personas, además, han 'pintado' sus cuerpos de una forma especial, los han tatuado.
Uno. ¿Los que se tatúan poseen algunos rasgos específicos de personalidad? ¿Predominan algunas circunstancias vitales que llevan a los individuos a tomar la decisión de tatuarse? Antiguamente, en España, los tatuajes se asociaban a los hombres y, de forma singular, a algunos legionarios, a ciertos marineros y a algunos de los que habían estado en la cárcel (el corazón con el nombre de la novia, la frase 'Amor de madre' y el escudo de la legión, escritos en el brazo o en el pecho, eran comunes). En general, era una costumbre de subgrupos situados en posiciones bajas de la pirámide social; era propio de personas que vivían en ambientes difíciles. Pero los hábitos cambian; ahora, en nuestro país, el tatuaje está extendido en todos los grupos de la población.
Dos. El tatuaje se diferencia poco de otros mecanismos de comunicación social y/o de realce estético como: el corte de pelo (dejarlo más o menos largo, con diferentes formas, teñirlo, las pelucas...), pintar las uñas, pintar el cuerpo (los labios, los ojos, dar color o blanquear el rostro), las ropas, los pendientes, anillos, collares y pulseras, los diversos procedimientos para subrayar o minimizar el pecho, los hombros, la cadera, el cuello, los pies. Por supuesto, la diferencia principal es el carácter permanente del tatuaje y de algunas otras intervenciones.
¿Qué está detrás de los tatuajes? En primer lugar, se trata de una forma de comunicación, es un lenguaje. La marca es una forma de distinción social; se proclama: pertenezco a un grupo singular y/o tengo una determinada forma de ser (soy rebelde o valiente, moderno, alternativo, original..., formo parte de un colectivo exclusivo, o de una élite). Según los casos, el tatuaje muestra identidades, vínculos, compromisos, fidelidades, preferencias, ideales, valores, deseos. Los dibujos pueden señalar momentos relevantes de la vida del individuo. En otros casos se trata de una determina estética, hay quien quiere resultar más atractivo y deseable. En bastantes ocasiones se pretende llamar la atención y lograr un cierto protagonismo. Algunos desean introducir una novedad en sus vidas. También hay tatuajes que indican que se está en la élite de los tatuados llevando el grafismo más complejo, el más perfecto o el realizado en la parte del cuerpo más singular. En la actualidad, en muchos casos se trata de seguir una moda y de imitar a un personaje con prestigio (a la estrella del fútbol o de la canción).
En ocasiones, con el tatuaje se pretende que una persona, un acontecimiento, un sentimiento, una emoción, permanezcan para siempre, sean eternos. Se busca grabar en la piel, que es lo mismo que en el corazón y en el alma, el amor de un ser maravilloso. También, como la memoria no es de fiar, el tatuaje recuerda un momento feliz. Con esa marca en el cuerpo algunas personas informan de que les ha sucedido algo extraordinario. Hay quien comunica que una persona es muy importante en su vida, y quiere que todo el mundo lo sepa; y a ella le dice: «Eres tan fundamental que hasta el fin de mis días te uno a mi piel».
Tres. El análisis de las culturas pone de manifiesto que en todas las épocas históricas y en las más diversas sociedades es común la utilización de estos variados adornos e intervenciones en el cuerpo. Desmond Morris explica que, además del vestido, los humanos decoramos el cuerpo de muchas formas: llegamos a limar los dientes, a mutilar el cuerpo, a atravesar la carne, a desgarrarla. Con frecuencia, en algunas culturas los adornos permanentes en el cuerpo de un individuo se realizan en una ceremonia grupal, y son tan dolorosas, implican un sacrificio tan grande, que el iniciado se incorpora al grupo de privilegiados de forma especialmente intensa. Es decir, ese adorno y esa ceremonia provocan fidelidad y cohesión grupal.
El adorno del cuerpo es un idioma cultural, dicen P. Bonte y M. Izard. Los adornos, provisionales o permanentes, sirven para diferenciar a unas personas de otras: hombres de mujeres, niños de adultos, distintas categorías sociales y culturas. Además, el adorno subraya el prestigio de un individuo o grupo, la belleza, el atractivo sexual.
Por su parte, J. E. Cirlot explica que el que se tatúa muestra su dependencia con aquello a lo que alude el signo.
Tampoco debe olvidarse que marcar de forma permanente el cuerpo de los otros se ha utilizado para esclavizar a grupos humanos y para poder vigilar a determinados individuos.
J. A. Jáuregui dijo: «El cuerpo es la bandera humana»; yo añadiría: con el cuerpo y con sus adornos nos presentamos a los otros.
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Ana del Castillo
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