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Se acercan esos Nochevieja en el horizonte. Unos cuantos encadenarán en su transcurso –es un clásico– todo tipo de loables propósitos, que en elevado porcentaje serán los planteados en 2018, 2017, 2016, etc. Incumplidos. No cabe la menor duda de que cada año le ofrece ... al homo sapiens la opción de cambiar, pero lograrlo depende en exclusiva de su disposición, de hasta qué punto está dispuesto a sacrificarse.
Lo importante en la vida no es cómodo, exige un salto sin red desde la inacción hacia el compromiso. Audacia. Mientras, determinados ejemplares de la especie seguirán confiando, por si cuela, en que el calendario resulte ámbito propicio para los milagros a la carta. Y no.
Experimentaremos en la Nochevieja de 2019 circunstancias muy conocidas, con el abanico doméstico de tópicos desplegado a tope. Sin embargo, no nos engañemos: que durante 2020 evolucione en positivo algo o mucho el comportamiento de un individuo será consecuencia de sus decisiones interiores. De no activarlas, lo que les aguarda a quienes se encuentren cerca de él, y de rebote a la resignada sociedad en la que desarrolla sus despropósitos, volverá a ser, qué desgracia, más de lo mismo. Sobran ejemplos al respecto. ¿Dónde no cuecen habas?
Ojalá que la contagiosa alegría de la Nochevieja, el banquete que reta al colesterol, el brindis colectivo y los besos/abrazos que sellan tras las tele-uvas el bullicioso tránsito entre años propicien que un considerable número de personas decidan darle un espectacular giro a su existencia.
Es decir, que dirijan los pasos en dirección opuesta a la actual. Como plasmara Neruda mediante su reflexiva pluma «nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tú has hecho lo que querías en tu vida. Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error. Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tú siempre has de ganar».
La verdadera oportunidad para el cambio va a producirse. Cuestión distinta será demostrar gallardía para aceptarla, ya que lo fácil es dejarse llevar por la corriente y esperar a que el prójimo trague sapos de variado tamaño. El inolvidable poeta, escrito queda, sugiere como bálsamo de males la redención íntima, única válida si se pretende que determinados afanes eludan la oratoria de artificio, tan común hoy día. Por hermosas que sean, las buenas intenciones son siempre humo de no ir acompañadas por los hechos. Que conste en acta. Telón.
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