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Hace unos años, cuando en el PP de Cantabria andaban a tiros, uno de sus alcaldes me recordó una frase del exministro Pío Cabanillas cuando ... le pregunté por los ánimos dentro de su partido: «Todos al suelo, que vienen los nuestros», dijo con sorna militar. Pocos partidos, por no decir casi ninguno, se han librado de disensiones internas más o menos públicas. Aquí, además del PP, tenemos los ejemplos recientes de PSOE, Podemos y Ciudadanos. Y en Vox llevan tiempo escuchando ese ruido de sables, amplificado ahora por el proceso de selección de candidatos a las elecciones. La derecha populista, al parecer, no tiene nada que envidiarle a la izquierda populista. Durante las pasadas Navidades, nadie en el partido se molestaba en esconder el malestar por cómo se ha gestionado el nombramiento de esos candidatos desde Madrid. «Podemos asegurar que antes de celebrar la Nochebuena ustedes podrán disfrutar de las listas. Hay que permitir que las familias celebren la Navidad», señalaron desde el partido a comienzos de diciembre. Un mes después se seguían sin conocer los nombres y, por medio, se cruzaron el huracán Olona y la polémica salida de la secretaría general de Ortega Smith. Más sensibilidades heridas.
Aquí en Cantabria, por fin se supo que sería Leticia Díaz la candidata electoral. Una superviviente del PRC y del PP, donde llegó a ser consejera de Presidencia, y que sus propios compañeros descartaban para el cargo por no tener el perfil adecuado. Pero su elección llegó a última hora, casi sobre el pitido final, después de que la dirección nacional fichara a Cristóbal Palacio para su departamento jurídico.
Los primeros días de Leticia Díaz como candidata de Vox no han sido muy tranquilos. Algunos en el partido se enteraron por este periódico de su pasado regionalista -llegó a ir en las listas del PRC al Ayuntamiento de Santander - y le recriminan la toma de decisiones unilaterales -en la política de comunicación, por ejemplo- sin seguir las pautas marcadas por la dirección nacional.
De momento, lo que ha dejado claro Díaz es que su estrategia de campaña se basará en cargar duro contra Revilla. Ni siquiera contra el PRC, sino contra la figura de Revilla. Al PP, de momento, ni se le toca. Por si acaso conviene no enfadarle.
Dos de los principales damnificados por los navajazos en las listas son Guillermo Pérez Cosío y Armando Blanco. El primero, concejal en Santander, se ha quedado fuera del Ayuntamiento y relegado a un papel secundario en la lista al Parlamento después de sonar como serio candidato a número uno. Mientras que el futuro de Blanco, actual diputado en el Parlamento, tampoco está claro después de que los puestos nobles se los hayan repartido los de arriba.
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