Hacia la temporada alta

El retorno a una verdadera normalización, es decir, lo más parecido a una 'vieja normalidad', se produce en un contexto en el que el coronavirus sigue infectando a muchas personas, enviando a algunas a los hospitales y causando todavía una cierta mortalidad, o cuando menos secuelas permanentes, tales como fatigas o dolores o febrículas, en determinados perfiles de pacientes.

El escenario complicado que se vive en algunos destinos turísticos, por inestabilidad o por elevada inflación, da por segundo año consecutivo a Cantabria la oportunidad de aproximarse a las cifras récord de afluencia turística, a partir del visitante nacional. La evolución de las reservas y las expectativas de los comerciantes apuntan a un gran verano en este sector tan crucial para la economía y el empleo de nuestra comunidad. Hay ganas de disfrutar de las vacaciones y los fines de semana, especialmente porque existe una sensación de transición entre dos momentos complicados: el de la pandemia que ya se va superando, y el enfriamiento que puede venir a partir de otoño por la desestabilización económica provocada por la agresión de Rusia a Ucrania. Los recortes de previsiones de crecimiento del PIB, las expectativas de inflación y los avisos de que los bancos centrales podrían subir los tipos de interés van conformando una tormenta perfecta en la que asoma, una vez más, el temor al estancamiento o la recesión.

Por este motivo, el verano de 2022 invita a una anhelada terapia de ocio, y Cantabria ofrece a los visitantes su extraordinaria variedad de escenarios y posibilidades, para el disfrute de pueblos y ciudades, naturaleza, cultura y arte. La sociedad necesita un respiro tras dos años de sobresaltos y presión psicológica. Puede ser el primer verano sin mascarillas, sin olor a gel hidroalcohólico, sin butacas vacías entre asistentes. Es el retorno de la sociabilidad y, como hemos redescubierto por el virus, del enorme movimiento económico que de ella se nutre.

Ciertamente, si se confirman los buenos augurios, es para pensar cuántas más oportunidades se estarían aprovechando, durante todo el año, si las mejoras de infraestructuras de comunicación viaria y ferroviaria y de los nuevos equipamientos culturales estuvieran ya en servicio, y no solo en agenda. Cantabria posee un espléndido porvenir en este sector, tanto, que no debería estar tan pendiente de si el verano es un poco más o un poco menos airoso. Hay que lograr una importante repercusión todo el año, ya que se trata de uno de los fundamentos de la riqueza de la Cantabria del siglo XXI. Es por esto también de mucha relevancia el que no se produzca escasez de profesionales en hostelería, restauración y comercio especializado. Administraciones y empresas deben colaborar planificadamente para garantizar que el tejido humano sea capaz de afrontar el reto no solo de la temporada alta, sino propiamente de la temporada completa. Nuestra comunidad posee valores sobrados para poder llevar a cabo esa transformación sectorial y asegurar un motor de crecimiento y bienestar para todos.