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Padezco una especie de borrachera de vocabulario jurídico después de tratar de entender la razón por la que una ley que pretendía endurecer las penas de los delitos de carácter sexual se ha terminado convirtiendo en un problema político y social. Me duele la cabeza ... al tratar de traducir una terminología que no sirve para que el ciudadano de a pie comprenda lo que parece ser un auténtico despropósito.
Llevamos años soportando portavoces y declaraciones con expresiones cifradas, encriptadas y engoladas para que nos mantengamos apartados de unas cuestiones que son de interés social. Dado que el ciudadano medio carece de la legión de asesores de la que disponen los políticos, las explicaciones a esta incomprensible ley quedan en manos de algún entendido que tome el café en el bar de tu barrio, a la misma hora que tú.
La terminología que he escuchado estos días me recuerda a los regalos del amigo invisible. En alguna ocasión he averiguado quién era el pariente que me había tocado por el pomposo empaquetado. Lazos, papel, caja, y ,al final, un objeto inservible que probablemente dormía el sueño de los justos en un cajón de su casa. Leí en algún medio que ahora no recuerdo que la ley del 'sí es sí' contenía una refundición de conductas. Creo que en el párrafo siguiente se argumentaba la aseveración inicial pero yo, la verdad, había dejado de leer porque estaba mentando a la madre de quien se empeña en apartarse usando una terminología exclusiva. Luego que no se quejen de que la síntesis que hace el ciudadano es emocional. Solo se alcanza a traducir que es posible que se revisen las penas de 'La manada'.
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