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Esta pandemia está dejando cotas de dolor que nos están poniendo a prueba como sociedad, pero también nos está dejando claro cuales han de ser las prioridades de cualquier Estado, más allá de nacionalismos banderas o identidades. Algunos, con esta crisis sanitaria se han ... dado de bruces con la realidad y han descubierto que para las cuestiones importantes, las fronteras y los territorios no significan nada. Esta pandemia está dejando claro qué es lo importante y estaríamos ciegos si no lo quisiéramos ver, y estaríamos locos si lo olvidásemos.
Yo no quiero olvidar a los más de diez mil profesionales de la salud que en Cantabria se entregan a nuestro cuidado más allá de lo razonable, ni a los que cuidan a nuestros mayores o a los trabajadores y trabajadoras que están en sus puestos en las farmacias, en los supermercados, al pie del cañón para que nada nos falte en estos días de confinamiento.
Deseosos de que todo esto acabe, corremos el riesgo de olvidar lo que en estos días estamos viviendo, y las lecciones que la vida nos está dando. Lecciones sencillas como la de que el sistema de salud no es, ni debe ser nunca, una moneda de cambio política, o que la investigación y la innovación deben ser prioridades de nuestro presupuesto, o que el Estado es el único que puede garantizar que la igualdad se proteja y garantice también en momentos críticos.
Sé que no es muy popular esto que digo entre los que viven para acumular y nunca creen tener suficiente, pero por difícil que sea no debemos caer en el falso debate que se nos propone en estos días, con la curva de contagios a punto de doblegarse, para que elijamos entre economía o salud. Es una trampa, no habrá economía viable si no recuperamos la salud.
Claro que es difícil adoptar estas medidas y por supuesto que se pueden cometer errores, pero estoy absolutamente convencido de que el gobierno de Sánchez hace lo que hace pensando en lo mejor para todos los españoles, pensando lo mejor para el interés general. Mientras que todos los que pretenden dar lecciones lo hacen a menudo pensando en su exclusivo interés personal. Hoy los capitanes 'a posteriori' quedan más en evidencia que nunca, pero han existido siempre.
Este virus lo venceremos unidos, pero es que lo que venga después también lo debemos vencer unidos. La situación no será fácil, y será necesario que gestionemos el presupuesto público con nuevas prioridades, y que no dejemos a nadie atrás, ni a los que viven de un sueldo básico, ni a los autónomos o a los pequeños empresarios, ni a los que nada tenían antes de la pandemia. Estamos haciendo lo posible para que los poderes públicos, esta vez sí, habiliten ayudas y medidas de apoyo para todos ellos.
En este camino las grandes compañías, las muy grandes, las que llevan años beneficiándose del modelo económico y la globalización o de la ingeniería fiscal, esas grandes compañías que todos usamos, también deberán dar un paso adelante si quieren que todo siga funcionando y que el mundo que venga tenga los valores de respeto y justicia social que la última crisis de 2008 se llevó por delante. También se deberá reordenar la forma en que algunos miran los servicios públicos porque es innegable que sin un fuerte sistema público de salud situaciones como esta pueden sumir a nuestra sociedad en el más profundo de los retrocesos. Espero y deseo que tanto el sistema sanitario público, como el educativo, o el de la atención a la dependencia sean considerados por todos sin excepción como espacios de financiación no cuestionable.
Con los años esta pandemia solo será un mal recuerdo, pero la situación política y social que nos dejará nos acompañará para siempre. Ahora bien, los que desde los partidos estén viviendo este drama como una oportunidad para sus carreras personales o para sus opciones políticas, confío en que sean tratados por la ciudadanía en justa correspondencia. Ahora es el tiempo de estar unidos, solo juntos lo conseguiremos, ya llegará el momento del reproche, o de la reivindicación.
Yo quería escribir estas líneas para hablar de lo que se está haciendo bien, y de quienes lo están haciendo bien: de los profesionales de la salud y de los cuidados, de los farmacéuticos de los gestores que administran con criterio los limitados recursos, de los transportistas y los que en las tiendas y supermercados garantizan que la normalidad volverá. Quería reconocer a los que han hecho posible que ampliemos el número de camas y de UVI y a los cuidadores que en las residencias han puesto en riesgo su salud para los mayores estén protegidos, o de los que han puesto en marcha un albergue para que las personas sin hogar tengan estos días un lugar en el que no sentir la soledad.
Quería hablar de los profesionales que desde la Dirección General de Igualdad mantienen en marcha todo el sistema de protección a mujeres maltratadas, y que ninguna de ellas tenga que vivir este confinamiento encerrada con su maltratador, de los funcionarios que reordenan las cuentas públicas para que desde el gobierno podamos seguir ofreciendo servicios de calidad en cuanto esto pase o que preparan bases para poder realizar convocatorias cuando arranquemos de nuevo. De los colectivos, asociaciones, y empresas grandes y pequeñas que se han puesto manos a la obra para echar una mano al que lo necesite.
Soy de los que pasa por la vida aprendiendo y no dando lecciones, y esta crisis me está enseñando que si actuamos juntos, unidos, comprometidos, los problemas se gestionan con más eficacia, y el dolor compartido es un poco menos dolor.
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