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El orden de los sumandos no altera la suma, pero su tiempo sí lo hace. Dos jatos y dos jatas suman cuatro. Pero si las dos segundas deberían nacer el año que viene, entonces la suma real podría ser dos o tres animales, en vez ... de cuatro, si las expectativas se incumplen. La mayoría de los planes de inversión de las administraciones son de esta clase de sumas para varios años, donde el tiempo de los sumandos es diferente. Por eso la mayoría de los políticos que hablan de inversiones caen en dos categorías principales: o dan fechas que se incumplirán, o evitan dar fechas porque saben que se incumplirían. Sería un gran trabajo de investigación en ciencia política el estudiar, con detalle y cuantificación, por ejemplo en la Escuela de Caminos o en la Facultad de Económicas, esta diferencia de tiempos entre las promesas de los planes, los cambios de contexto y los calendarios reales de materialización. Estoy persuadido de que se descubrirían regularidades no solo interesantes como conocimiento de la sociedad, sino también como elementos de juicio del ciudadano a la hora de valorar los mensajes que se le dirigen desde la política.
No son pocos los programas de varios años que se supone que están en marcha. Si fuera por programas, nuestro PIB per cápita sería el más alto de la galaxia. El problema es su ejecución, no tan galáctica, hablemos de I+D+i, carreteras, ferrocarriles, reducción de listas de espera sanitarias, etcétera. Recuerdo que, cuando examinaba con una cualificadísima persona de nuestra universidad las previsiones de un plan regional de I+D, no imaginábamos que todos los recursos allí supuestos caerían como un castillo de naipes con el soplo helado de una recesión. Muchas jatas científico-tecnológicas se quedaron sin venir a este mundo. Las últimas estadísticas de I+D de Cantabria no son ahora, en porcentaje de nuestra economía, mejores que las de hace siete años. Un 0,93% del PIB es tan poco hoy como entonces, aunque hoy tiene un poco más de pecado, porque ha habido muchos años de crecimiento. Y desde luego, comparado con el 1,37% de Castilla y León se comenta solo.
Tampoco se han cumplido los planes de energías renovables, ni de carreteras, ni de casi nada. La sufrida audiencia cántabra está más familiarizada con el problema de los sumandos en ferrocarriles y autovías. Doce años después del buey frustrado de Monzón de Campos para la línea de alta velocidad a Cantabria, se han empezado algunas obras, que durarán bastante y solo llegarán a Osorno. Del resto ni pregunten. En lo que respecta al tren rápido con Bilbao, ha quedado muy claro que es sine anno. La autovía Aguilar-Burgos, según temen los burgaleses que la siguen, no acabará antes de diez años. Y el tercer carril Laredo-límite de Vizcaya, tan necesario, ni está ni se le espera.
Todo esto sucede en años de abundancia de dinero propio, estatal y europeo, de crecimiento económico en un ciclo relativamente largo. Si no se ha podido sumar con vacas gordas, ¿cómo se sumará con vacas flacas? Como ya advertimos aquí, la señora Lagarde se tienta las ropas y subirá pronto los tipos de interés, además de no aceptar ya todos nuestros pulpos como animales de compañía financiables. La inflación que surge de perturbaciones en el comercio internacional erosiona las rentas de hogares y empresas. Así pues, incluso si se logra conservar en Europa una cierta dinámica de crecimiento, el entorno para las cuentas públicas se torna mucho más complicado. Es decir, las cuentas que estamos echando con sumandos futuros son ya totalmente irreales. Hemos dejado pasar demasiado tiempo y ahora algunas cosas no se harán hasta dentro de bastantes años, si es que llegan, y otras tardarán bastante más de lo previsto y deseable. Lo más caro del mundo no son los diamantes, sino las desidias.
Naturalmente hay algunos paliativos, pero requieren una reorientación fundamental de la región. Pues hay proyectos que se podrían agilizar si se realizan en colaboración público-privada. Es ya impensable que solo lo público pueda acometer todas las transformaciones de suelo, edificios, sistemas energéticos. No habrá margen presupuestario y quien finja lo contrario estará bromeando con la concurrencia. La colaboración entre lo público y lo privado ya no es una opción: es la única manera de que dos y dos no acaben sumando cero. Y de que Cantabria no termine componiéndose de solo dos clases de hogares: los que viven del presupuesto y los que viven con lo puesto. Hay que hablar, pues, de prioridades y de colaboración.
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