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Los médicos nos formamos durante un mínimo de 11 años en una serie de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que determinan las competencias profesionales y que nos conducen no solo a tratar de curar, sino también a evitar o reducir los efectos adversos inherentes o ... coyunturales en cualquier proceso asistencial.
Mantener las competencias médicas requiere, además, continuar en esta línea de formación médica continuada a lo largo de toda nuestra vida profesional, absolutamente necesaria para que los pacientes estén siempre seguros en nuestras manos.
Adquirir esas competencias propias de nuestra profesión supera el tiempo de formación necesario para el ejercicio de otras profesiones sanitarias, con las que trabajamos en equipos multidisciplinares para la mejor y mayor calidad de la asistencia sanitaria. En la atención al paciente, los médicos asumimos un liderazgo que no responde a un privilegio corporativista, sino que es producto de la carga de responsabilidad asociada a nuestra formación y capacitación.
Los médicos consideramos que la atención al paciente, en pleno siglo XXI, está indiscutiblemente basada en el trabajo en equipos asistenciales integrados por distintas profesiones sanitarias. Todas y cada una de ellas son necesarias para la mejor y mayor calidad de la atención al paciente a través del desarrollo de sus competencias en cada delimitado ámbito de actuación.
Para todos los miembros del equipo asistencial, es vital –por una parte– garantizar la seguridad del paciente y –por otro lado– es esencial proteger la propia actividad del profesional, el cual debe disponer de las competencias requeridas en cada caso y actuar siempre en beneficio de su paciente.
Desde las organizaciones profesionales, en nuestro caso desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, por conocimiento, ética y responsabilidad, debemos permanecer alerta para ser el manantial del que emanen las propuestas para tratar de evitar problemas o riesgos derivados de una presunta invasión de competencias.
Los legisladores, por su parte, tienen en sus manos la importante tarea de escuchar a los profesionales y establecer los mecanismos adecuados en materia de competencias, delimitando claramente los límites y campos de actuación de cada una de las profesiones sanitarias con las herramientas jurídicas que sean oportunas. Así, evitaremos la ruptura entre formación recibida, competencias exigidas y niveles de responsabilidad asumibles por cada perfil profesional.
Esta legislación debe ser homogénea en todo el Sistema Nacional de Salud, equitativa para todos los ciudadanos, con una cogobernanza real y el consenso de los 17 sistemas autonómicos de salud bajo el liderazgo del Ministerio de Sanidad y con la indiscutible adhesión de los profesionales implicados, los cuales vamos a aportar el conocimiento técnico y una amplia visión de las necesidades reales de nuestros pacientes y de nuestro trabajo diario.
La legislación en el ámbito de las competencias profesionales debe contribuir, por un lado, a mantener la equidad en la asistencia y, por otro y como consecuencia, al sostenimiento de nuestro actual modelo sanitario universal, público y gratuito. Un modelo que, como símbolo de equidad, representa uno de los pilares esenciales de justicia social y de eje de nuestro actual Estado del Bienestar, en el que la Sanidad debe ocupar siempre un lugar preferente y con el que el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos se muestra completamente comprometidos.
La colaboración entre profesiones sanitarias, administraciones y todos aquellos agentes implicados no es opcional en la medida en que los objetivos de todos los colectivos son los mismos: la seguridad clínica del paciente y el bienestar de los ciudadanos.
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