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Conocí a Javi hace más de 40 años, cuando ambos nos matriculábamos en el primer curso de Medicina en Santander. Era un chaval de La ... Inmobiliaria, un tipo divertido, buen compañero de futbolín, de mus y de fútbol. Compartimos aquellos años, las clases, las huelgas, las prácticas, las fiestas y muchos viajes. Seguimos juntos durante la residencia en Valdecilla, haciendo coincidir las guardias, en las que nos organizábamos para sacar un rato para descansar y otro para tomar un café. Después hemos seguido caminos paralelos, en los que he comprobado cómo llegaba a convertirse en uno de los mejores médicos digestólogos nacionales y probablemente internacionales, algo que a sus amigos siempre nos ha hecho sentirnos orgullosos. Y esta fantástica proyección se caracteriza por tres factores que le han guiado siempre. El primero es su enorme capacidad de trabajo, de esfuerzo, de ilusión y entrega por lo que hace, lo que se acompaña de un alto grado de autoexigencia y también de exigencia hacia los que le rodean. Decía el artista que es mejor que la inspiración te encuentre trabajando y desde luego a él siempre le pilló hincando codos, viendo enfermos o metiendo tubos por orificios insospechados. El segundo es su fantástica visión estratégica.
Cuando la hepatitis C hacía estragos, Javi vio que esos pacientes no sólo se podían curar, sino que la enfermedad podía llegar a ser un recuerdo aciago y fue el alma mater de las campañas de erradicación nacionales y después internacionales. Después, cuando empezaba a ser una enfermedad testimonial, fue tremendamente beligerante con su estudio frente a la pandemia de obesidad y su repercusión hepática. Y más tarde, mientras la humanidad estaba encerrada en su casa por el covid, Javi, haciendo de necesidad virtud, ideó y puso en marcha el proyecto de Cohorte Cantabria, auténtica joya de la corona de la sanidad cántabra. El tercer factor es su generosidad hacia todos los que hemos tenido el privilegio de acompañarle en este viaje. Ha sido inteligente para saber rodearse de grandes profesionales, a los que ha ayudado a destacar en todos los foros. Y cuando ha entendido que había llegado el momento de dar un paso al lado lo ha hecho, cediendo gustoso el relevo, algo que raramente se ha visto en un colectivo sanitario, educativo o humano.
Este año, la prestigiosa asociación cultural Quercus ha decidido nombrarle 'Torrelaveguense ilustre'. Sinceramente, creo que ha acertado de pleno. Esta distinción se añade a otras muchas que Javi acumula en su amplísimo currículum, pero me consta que le resulta especialmente satisfactoria, porque se lo reconocen en su pueblo, algo nada fácil de conseguir. Quercus y Torrelavega se encumbran destacando como ilustre al doctor Javier Crespo y Javi se siente orgulloso de sus vecinos, entre los que seguirá paseando y tomando algún que otro vino.
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Ana del Castillo
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