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Conocí a Javi hace más de 40 años, cuando ambos nos matriculábamos en el primer curso de Medicina en Santander. Era un chaval de La ... Inmobiliaria, un tipo divertido, buen compañero de futbolín, de mus y de fútbol. Compartimos aquellos años, las clases, las huelgas, las prácticas, las fiestas y muchos viajes. Seguimos juntos durante la residencia en Valdecilla, haciendo coincidir las guardias, en las que nos organizábamos para sacar un rato para descansar y otro para tomar un café. Después hemos seguido caminos paralelos, en los que he comprobado cómo llegaba a convertirse en uno de los mejores médicos digestólogos nacionales y probablemente internacionales, algo que a sus amigos siempre nos ha hecho sentirnos orgullosos. Y esta fantástica proyección se caracteriza por tres factores que le han guiado siempre. El primero es su enorme capacidad de trabajo, de esfuerzo, de ilusión y entrega por lo que hace, lo que se acompaña de un alto grado de autoexigencia y también de exigencia hacia los que le rodean. Decía el artista que es mejor que la inspiración te encuentre trabajando y desde luego a él siempre le pilló hincando codos, viendo enfermos o metiendo tubos por orificios insospechados. El segundo es su fantástica visión estratégica.

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eldiariomontanes Javier Crespo, torrelaveguense ilustre