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El día 5 de mayo de 2023 la Organización Mundial de la Salud decretó el final de la mayor pandemia de los últimos tiempos, el covid-19; el 5 de julio, el BOE publicaba la resolución del Consejo de Ministros que daba por cerrada la ... crisis sanitaria provocada por el virus SARS-CoV 2 en España. Dejábamos atrás momentos de inmenso dolor, de incertidumbre, de reclusión, de parón económico mundial. Se ha conseguido superar gracias al esfuerzo ciudadano, al vertiginoso desarrollo científico proporcionado por virólogos, inmunólogos y epidemiólogos, al esfuerzo titánico de médicos clínicos que atendimos como pudimos a la enorme cantidad de afectados en nuestros centros de salud, servicios de urgencias, salas de hospitalización y UCIs. Y –no lo olvidemos– gracias a la investigación biomédica y a la colaboración público-privada bien entendida. Expertos como el doctor Fernando Simón vaticinan que la próxima pandemia mundial será la causada por la gripe aviar H2N1; confiemos que –una vez más– se equivoque en sus predicciones. Yo no estoy de acuerdo con esta hipótesis.
La verdadera pandemia de este siglo ya está entre nosotros: es la obesidad. Las cifras mundiales son abrumadoras y me siento incapaz de repetirlas, pero recientemente se ha publicado un informe nacional, promovido por el Ministerio de Sanidad y desarrollado por el Instituto de Salud Carlos III y las Consejerías de Salud de las CCAA, el estudio ENE-COVID, en el que haciendo de necesidad virtud –expresión muy de moda– se aprovecha una encuesta poblacional dirigida a conocer la seroprevalencia de la infección por SARS-CoV-2 durante la primera oleada para investigar el impacto de sobrepeso y obesidad en nuestro país y la diferente distribución en los distintos territorios nacionales. Se encuesta entre abril y junio de 2020 a más de 60.000 personas, lo que supone la mayor muestra poblacional para estimar la implantación de obesidad. El exceso de peso afecta en España al 64% de varones y a más del 48% de mujeres. La obesidad definida como tal a casi el 20% de ambos y la obesidad severa al 5% de la muestra. Si ponemos el foco en Cantabria, el sobrepeso afecta al 37% de la población (unas 160.000 personas), viven con obesidad más de 90.000 y con obesidad severa casi 25.000. Si nos fijamos en la población infantil, los datos no son menos preocupantes, puesto que casi 15.000 cántabros entre 2 y 17 años viven con sobrepeso, más de 6.000 con obesidad y casi 2.000 con obesidad severa. Y todo esto teniendo en cuenta que las características del estudio implican un sesgo de infraestimación de las cifras reales. En este estudio quedan patentes la discriminación, estigmatización e inequidad que supone una enfermedad que repercute especialmente en los segmentos más desfavorecidos social, cultural y económicamente de la ciudadanía.
La OMS define la obesidad como una enfermedad crónica, que se asocia indefectiblemente a otras enfermedades bien conocidas y que suponen un impacto elevadísimo en la morbilidad y mortalidad poblacional: hipertensión arterial, diabetes, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad hepática metabólica, enfermedad renal crónica, apnea del sueño, infertilidad, ansiedad y depresión, artrosis, cáncer, embolias de pulmón, infecciones y un larguísimo etcétera. Sin olvidar el deterioro en la calidad y por supuesto en la esperanza de vida que sufre la persona que vive con obesidad, sobre todo si lo hace desde etapas tempranas de su vida. Y no menos importante la carga en bajas laborales, incapacidad y gasto sanitario y social.
Ante esta cruda realidad los médicos no hemos permanecido impasibles y desde siempre hemos procurado informar, formar y asesorar a nuestros enfermos en la enorme importancia de asumir un estilo de vida saludable para evitar catástrofes, sobreponiéndonos a la carga genética que cada uno portamos, al funcionamiento de nuestro cerebro y al ambiente obesogénico en el que se desarrolla nuestra vida: seamos conscientes del bombardeo subliminal a que nos somete una parte de la industria alimentaria con las supuestas bondades y placeres de la bollería industrial, las bebidas azucaradas, los alimentos ultraprocesados con alto contenido en azúcares, sal y grasas saturadas, lamentablemente en muchas ocasiones más baratos y accesibles que la dieta saludable. Nunca nos cansaremos de defender la dieta mediterránea y la realización de actividad física regular. Además, disponemos de ayudas farmacológicas cada vez más prometedoras y de la posibilidad de tratamientos más intervencionistas como son las nuevas y exitosas técnicas endoscópicas y la cirugía bariátrica-metabólica, que sin duda ha sido la mejor forma de atajar drásticamente el problema, ganar en calidad de vida y reducir morbi-mortalidad para aquellas personas que lo necesitaban y se sometían a la intervención. Pero como reza en un reciente editorial de un periódico nacional: «Cuando se vive en un ambiente obesogénico, donde predominan los incentivos económicos y culturales que conducen al aumento de peso, las recomendaciones basadas en el voluntarismo individual tienen escasas posibilidades de éxito».
Como ya he comentado en otras ocasiones, Cantabria dispone de una red sanitaria pública envidiable, magníficos profesionales que desarrollan su vocación y competencias en Atención Primaria y Especializada, con no pocas dificultades y en demasiadas ocasiones con muy poco reconocimiento. Pues bien, un nutrido elenco de miembros del personal médico, enfermería, internistas, especialistas de Endocrinología, Cardiología, Aparato Digestivo, Cirugía General, Traumatología, Rehabilitación, Neumología, Nefrología, Salud Mental, Pediatría y especialmente compañeros de Atención Primaria, auspiciados por el Colegio de Médicos, vamos a reunirnos en fechas próximas para reflexionar, debatir, poner en común nuestros conocimientos, nuestras experiencias e inquietudes, acompañados por relevantes figuras de prestigiosas sociedades científicas nacionales, con el ánimo de estar en la mejor posición y predisposición para abordar y poner muro de contención a esta auténtica pandemia del siglo XXI. Nuestro objetivo es colaborar a que la población cántabra viva más sana y más feliz; es nuestro empeño, nuestra pasión y será nuestra satisfacción.
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