Tormenta de ideas en busca del dinero europeo
Cantabria debe seleccionar los proyectos más factibles para competir con las demás regiones y con Pedro Sánchez como árbitro político
Jesús Serrera
Domingo, 13 de septiembre 2020, 08:03
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Jesús Serrera
Domingo, 13 de septiembre 2020, 08:03
Mientras asiste con el corazón en un puño al avance de la segunda oleada de la pandemia con su incierto efecto en el comienzo del curso en los escolares y en sus familias, mientras aguarda en vilo las próximas cifras del paro, el Gobierno regional ... también tiene que poner un poco de orden en el cajón de sastre de los proyectos para la reconstrucción económica de Cantabria que tendrán que competir por los fondos de la Unión Europea. Escoger y desarrollar con cuidado lo mejor, lo más factible, de una tormenta de ideas larga, variopinta y dispersa en la que aparecen grandes infraestructuras, medidas contra la despoblación, políticas de innovación y hasta la recuperación del túnel de la Engaña, el nuevo Mupac o la erradicación de los plumeros invasores.
El presidente Revilla pone el mayor énfasis en el centro logístico de La Pasiega, 125 millones, y también cree que encaja en las directrices europeas un proyecto mucho más caro y a largo plazo como el tren rápido a Bilbao. O sea, dos de las grandes reivindicaciones regionalistas que siempre emergen en el diálogo con el Estado en esta y la anterior legislatura, a ver si mediante esta fórmula alguna de ellas resulta bendecida en Madrid y en Europa con algún avance significativo.
Sospecha Revilla que en la lotería de los proyectos aprobados pueden influir los intereses políticos del Gobierno central. Bueno, es más que una sospecha. El presidente Pedro Sánchez ya ha dejado bien clarito que será él mismo y su asesor en jefe, Iván Redondo, quienes establecerán los baremos de evaluación de los proyectos y harán el filtro ante Europa. Nada de poner al frente de los planes de reconstrucción a personalidades del ámbito económico más o menos neutrales como Jaime Caruana o Pedro Solbes, tal como proponía el PP. Se trata de cuidar a la clientela: a las comunidades afines, a los aliados independentistas de la periferia, a los pequeños grupos obedientes. Así que a lo mejor el diputado Mazón tiene que retratarse en el Congreso, por ejemplo cuando se debatan los Presupuestos, para engrasar la llegada de fondos europeos para Cantabria.
De momento, un montón de proyectos apenas esbozados para intentar hacerse con un trozo del pastel. Si luego Sánchez no es lo suficientemente generoso, habrá coartada para la queja regionalista, acaso también para la ruptura de la coalición gubernamental con el PSOE.
Los socialistas observan con cierto escepticismo el despliegue de infraestructuras que promociona el PRC. Pablo Zuloaga cree que es una mejor apuesta los proyectos científicos y de ejecución rápida. Nunca es fácil conciliar ciencia y celeridad como acaba de verificar el frenazo a la vacuna de Oxford, pero es verdad que esos criterios se ajustan mejor a los campos de actuación y a los plazos que la UE exigirá a la hora de consagrar la financiación de los proyectos en los que Cantabria tendrá que pelear con otras regiones. Y además, claro, es una de las parcelas de gestión del vicepresidente Zuloaga que recientemente presentó la futura Ley de Ciencia de Cantabria en lo que fue más un mitin socialista que un acto gubernamental.
Mientras el PSOE agasaja a los ministros y altos cargos que han convertido a la UIMP en una 'escuela de verano' del partido, Revilla ejerce el mando único en la forja del consenso con las fuerzas políticas, con vistas a los Presupuestos 2021 y a la reivindicación de los fondos europeos para proyectos como La Pasiega. Con Ciudadanos y hasta con Vox, y desde luego, con el PP. Lo justo para que los socialistas más críticos deploren el ninguneo al que les someten Revilla y el PRC.
El PP intenta modular su visible apoyo a Revilla con algunas críticas puntuales a la gestión del Gobierno regional, para que no se note demasiado el acercamiento a quien ha sido su enemigo declarado durante 17 años.
A ver, los bandazos están a la orden del día en el PP, ahora que la batalla intelectual contra la izquierda de Cayetana Álvarez de Toledo ha quedado arrumbada en el desván de Génova a las primeras de cambio para apostar por la moderación gallega de Núñez Feijóo y la gestión madrileña de Almeida. Lo que queda más en entredicho es si Pablo Casado, que lo mismo pondera a Rajoy cuando lo necesita que lo repudia cuando vienen mal dadas, maneja criterios propios y perdurables, si su liderazgo es solvente. Los populares cántabros asisten a los cambios con cautela y en respetuoso silencio. Con el enredador García Egea reforzado en los mandos de la organización, cualquiera se fía.
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