¿Tránsfugas de libro?

Ahí también estaría la Fundación para aplaudir o cuestionar cuando un presidente tildara a alguien (a esa misma diputada díscola) de «tránsfuga de libro» mostrándola los pasos a seguir: «Hay una salida muy honrosa que es dimitir, pero aquí no dimite nadie». Tampoco en su partido. Qué bien nos vendría una institución que observara el correcto uso del español para definir entonces si también es un «tránsfuga de libro» aquel alcalde que deja su partido, pero que no se va para casa porque, así es presidente, «aquí no dimite ni Dios». Quizá aclararíamos si ese alcalde es un tránsfuga de libro, un tránsfuga a secas o aún no es nada «hasta tener conocimiento oficial de que se niega a devolver su acta tras romper con su partido». ¡Cuántas dudas! En este caso, el único que lo tiene claro es el regidor: «No voy a dejar la Alcaldía y voy a estar al lado de mis vecinos y defenderé los intereses de mi Ayuntamiento por encima de cualquier sigla política». Todo un clásico.

¿No será que hay categorías de tránsfugas y no nos hemos enterado a la hora de definirlos? De Primera, de Segunda, de Preferente. Si la Fundación Comillas fuera una institución que observa el correcto uso del español... Nada, que no se preocupe, que seguiría todo igual. Esto no lo arregla ni la RAE por mucha definición de tránsfuga que tenga. ¿Acaso conoce a alguien que haya reconocido serlo?