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La izquierda representada en Cantabria por Unidas Podemos intenta trabajosamente superar el fatídico contraste existente entre su precaria situación y la histórica llegada de la ... coalición al Gobierno de España. Entre la pujanza del vicepresidente Pablo Iglesias con sus cuatro ministerios y la desolación de los que aquí se han quedado sin voz y sin presencia en las instituciones y en el debate político. Una larga e incierta travesía por delante.
El ciclo electoral de 2019 ha resultado demoledor para Podemos e Izquierda Unida en Cantabria. Juntos en los dos comicios generales consecutivos perdieron el escaño en el Congreso logrado en 2015 y 2016. Por separado en las autonómicas y municipales de mayo se quedaron fuera del Parlamento donde el partido morado había tenido tres diputados en la anterior legislatura y con sólo un puñado de concejales en los ayuntamientos. La desunión, la destructiva crisis interna de Podemos, el avance del PSOE y el exitoso populismo de Revilla desataron una 'tormenta perfecta' que condujo al descalabro de la izquierda radical.
Una penuria extrema que no tiene correspondencia con el salto que ha dado Unidas Podemos tras el 10-N. Y no es que su rendimiento en las urnas fuera para tirar cohetes, pero sí suficiente para que el PSOE de Pedro Sánchez, después de su erróneo cálculo electoral, haya tenido que abrir la puerta del Gobierno a Pablo Iglesias y los suyos, y cederles una importante cuota de gestión y visibilidad política.
Para Unidas Podemos Cantabria ahora se trata de que el éxito de las siglas con su llegada al poder central irradien hacia la periferia y les ayude a salir del apagón político y mediático en que les han sumido los sucesivos fracasos electorales y la subsiguiente ausencia de las instituciones. Con ese objeto se han iniciado las asambleas abiertas de UP, como la que ha tenido como protagonista en Santander al diputado nacional Enrique Santiago, también secretario general del Partido Comunista, para incorporar a los movimientos sociales a la acción del Gobierno central. Y también los incipientes contactos con el PSOE para abordar, por ejemplo, las prioridades de Cantabria en los Presupuestos del Estado desde la perspectiva de la izquierda, con participación de la coordinadora de IU, Leticia Martínez; la representante más visible de la gestora de Podemos, Mercedes González, y la secretaria de organización, portavoz parlamentaria y número dos del PSOE, Noelia Cobo.
El interés de los socialistas en este tipo de encuentros es más bien limitado. Por un lado, ya tienen un compromiso presupuestario con su socio en el Gobierno regional, el PRC de Revilla. Y por otro, el PSOE de Pablo Zuloaga se siente muy cómodo como único abanderado de la izquierda en el Parlamento y con los 'Jueves de Progreso' que difunde en los municipios la ideología del partido en materia de igualdad, violencia de género, derechos LGTBI, memoria histórica, educación, medio ambiente, etc.
En la recuperación de Unidas Podemos Cantabria será importante el desempeño de las siglas en el Gobierno central –todavía no ha fraguado ninguna colocación en Madrid para la parroquia cántabra- , pero también tiene pendiente la normalización interna. En Izquierda Unida, la situación es razonablemente estable, el mandato de la dirección tiene dos años de margen, pero en Podemos, la crisis que se llevó por delante al partido y al grupo parlamentario, y que acabó en los tribunales, sigue haciendo daño.
En quince días llegará la Asamblea Ciudadana Estatal, el 'Vistalegre III' que coronará a Pablo Iglesias con más pompa que nunca, y en mayo las primarias de Cantabria están llamadas a elegir un liderazgo que ponga fin al régimen provisional de la gestora que en su año de funcionamiento ha tenido muy poco protagonismo político. La duda está en si la asamblea autonómica superará el largo enfrentamiento interno, en el que nadie ha ganado y todos han perdido más allá del resultado de las elecciones internas y del sentido de las resoluciones judiciales, y conseguirá pasar página hacia una nueva etapa de cohesión. Seguramente no hay muchas opciones para una corriente crítica con la línea oficial que alienta Madrid.
La reunificación de la izquierda cántabra es otro objetivo principal de UP, una vez reconocido sin excusas el error que supuso concurrir por separado a las autonómicas de mayo. Para las urnas de 2023 queda un largo trecho y una ardua tarea de recuperación de una militancia desmovilizada, que dejó la política para dedicarse a la acción social, o se escindió en grupos y tendencias minoritarias, desde los 'errejonistas' que se quedaron a verlas venir hasta el cantabrismo que explora una alternativa radical al regionalismo de Revilla.
Con todo, los dirigentes de la coalición de izquierdas se apuntan al optimismo. Ni siquiera ven imposible, con tiempo y sin precipitaciones, llegar a una confluencia con ACPT de Torrelavega, el partido escindido de IU hace tres lustros, que es el más vigoroso de los que conforman la izquierda en Cantabria, aunque circunscrito a la capital del Besaya.
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