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En momentos en los que las noticias sobre el ferrocarril en Cantabria vuelven a aparecer en los medios de comunicación, no puedo evitar la sonrisa. El recuerdo del 'happening' que inteligentemente armó Juan González Bedoya, cuando asumió la candidatura de Izquierda Unida al parlamento de ... Cantabria, en los comicios de 2007: alquiló uno de esos trenecitos turísticos que recorren lentamente las ciudades -en Santander tenemos el que circunvala la península de la Magdalena- y colocó fotos de políticos, de derecha, izquierda y regionalistas, en las ventanillas para parodiar las promesas, siempre incumplidas, de los diferentes gobiernos regionales y nacionales.
El futuro del ferrocarril para Cantabria vuelve a la actualidad por el proyecto europeo que traza lo que serán las vías férreas del norte de España dentro de unos cuantos años. El futuro parece no dejarnos ver el presente. Mientras se ponen sobre el papel los 'caminos de hierro' que volarán bajo y transportarán toneladas de mercancías, en Cantabria seguimos comunicados (¿Quizás mejor aislados?) con la meseta por unas vías trazadas en el siglo XIX y hacia el este y el oeste dignas de un mal western.
Nos preocupamos del futuro indefinido en fechas y nada hacemos para mejorar lo que tenemos. Tras muchos años de decepciones por el ferrocarril Santander-Mediterráneo, la modernización de nuestra comunicación férrea con la meseta ha llegado de los grandes planes nacionales y así el AVE conectó Madrid con Valladolid y Palencia. Esa obra ha reducido el tiempo empleado en el viaje Santander-Madrid. El resto de la vía se mantiene como pieza de museo con unas prestaciones que ni siquiera alcanzan las de un automóvil.
Tras años de sueños con un tren AVE, Cantabria despertó. Ya se admite que ese ferrocarril del que disfrutan la mayor parte de las ciudades españoles no llegará nunca hasta aquí. El tramo entre los Corrales de Buelna y Reinosa tiene una fuerte pendiente que hace casi imposible un trazado de alta velocidad. Las vías de AVE se tenderán desde Palencia hasta Reinosa y ahí terminará la historia... en un plazo de tiempo indefinido. Un plazo que, salvo que nos atengamos más a las promesas que a la experiencia, se dilatará mucho más allá de las fechas anunciadas... que nos resultan muy lejanas.
¿No es posible actuar para aminorar este déficit en comunicaciones? ¿Nos resignamos a esperar pacientemente que el BOE publique licitaciones, año tras año, de obras de algunos tramos del AVE en Palencia? Esa parece ser la política del gobierno de Cantabria. Frente a esa actitud cabe otra: Mejorar de inmediato el trazado actual en aquellos tramos en los que es posible hacerlo y ganar minutos al viaje hasta la capital.
Entre Santander y Torrelavega no existe pendiente pronunciada ni obstáculos que obliguen a inversiones exorbitadas. Pese a ello, el viaje entre Santander y la capital del Besaya sigue siendo de casi media hora para recorrer veinte kilómetros. Una inversión para nada desmesurada permitiría que ese trayecto se hiciera en diez minutos, con una ganancia quince en el cómputo final.
La vía de Renfe en Los Corrales de Buelna tiene una altitud de noventa metros sobre el nivel del mar. Eso significa que esa pendiente no impide llegar hasta esa localidad a velocidad AVE, es decir a 200 kilómetros por hora. El recorte en el tiemplo empleado en el trayecto total Santander-Los Corales de Buelna puede alcanzar los veinte minutos. Si se mantuviera una inversión anual constante, para mejorar el estado de los raíles, catenaria y demás elementos, el trayecto Santander Reinosa se vería acortado y se reducirían de forma muy notable los frecuentes retrasos por averías en la catenaria u otros elementos.
Cantabria debe exigir, en este caso la exigencia es justa, que a la par del desarrollo de un tren AVE entre Palencia y Reinosa, se adecúe sustancialmente la vía actual. No es de recibo que se empleen veinticinco minutos en viajar desde Santander hasta Torrelavega. Al mismo tiempo se debe mejorar el material rodante que presenta, a simple vista, un estado de abandono evidente y que carece de comodidades que bien merece un viaje de cuatro horas, para recorrer cuatrocientos kilómetros.
El ferrocarril será, en un futuro cercano, el medio de transporte favorito para las medias distancias y Cantabria carece de una mínima capacidad competitiva. Por si los argumentos resultan insuficientes conviene recordar el aviso de las autoridades competentes sobre el riesgo que supone la vía única entre Santander y Reinosa ya que un desprendimiento de tierras cerraría el acceso por tren a la meseta durante días o semanas.
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