Un trofeo, cincuenta años después

Un afamado médico de Madrid diagnosticó a aquel joven una destrucción de las neuronas motoras y una progresiva atrofia muscular por una poliomielitis. Fue un diagnóstico que proponía una silla de ruedas como solución a un problema invencible. Pero el problema invencible no conocía a Joaquín Cabrero García (San Felices de Buelna, 1954), ni la fuerza con la que se enfrenta a los imposibles. Ni él mismo lo conocía hasta que el dolor lo descubrió y la imaginación transformó la cuadra familiar en un gimnasio donde las neuronas despertaron al movimiento. Pasados cinco años de aquel diagnóstico, Joaquín tuvo la osadía de presentarse a un campeonato de Míster Costa del Cantábrico. Luego sería invitado a un campeonato de levantamiento de pesas en Marbella, donde obtuvo el segundo puesto, y al regresar a Cantabria no resistió la tentación de visitar en Madrid al famoso médico. Le saludó portando en una mano el trofeo y en la otra el maldito diagnóstico. La cara de asombro del médico ha sido su más preciada victoria.

Mantenerse en la élite del culturismo ha exigido constancia y sacrificios de héroe. Campeón de España, Joaquín ha participado en varios campeonatos mundiales y a pesar de haber rebasado los sesenta ha seguido compitiendo en su categoría, logrando la plata en el Campeonato del Mundo de Sapri (Italia) en la categoría máster. Defensor del ejercicio físico como la medicina más eficaz para la salud y el bienestar, este año se cumplen los cincuenta años de aquel primer trofeo que dejó al médico con la boca abierta. Felicidades.