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Lo enterraron de pie, con dos pistolas y cien pesos en el bolsillo, porque así lo dispuso en su testamento en previsión de una eternidad incierta. En esto del más allá nunca se sabe. Eugenio Casimiro Rodríguez, 'el guapo de Cuba', ejecutor eficaz del crimen ... a la carta, condenado a muerte, indultado, libre por el amor de una mujer y millonario más tarde, quiso que en el infierno lo recibieran erguido. Es un muerto vertical, protagonista de una de las historias curiosas del cementerio de Colón de La Habana. Allí visité el camposanto de los cántabros, en el que aún queda espacio para acoger, cuando toque, a los socios de la Beneficencia y del Centro Montañés. Se llega al lugar a través de la portalada principal, y aunque presenta un buen aspecto desde la última remodelación, no han podido acometer este año unas obras ya planeadas por la escasez de materiales.
Las ciudades de los muertos tienen calles, avenidas, rotondas, pisos de vecindario y residencias lujosas, llamadas panteones, provistas de una ornamentación escultórica y arquitectónica que rivaliza con otras ciudades, las de los vivos de momento. Como en toda población, los precios del habitáculo, nichos por mejor nombre, varían en función de la altura. Si nos fijamos en Ciriego, ejemplo cercano para los santanderinos, la de mayor precio es la segunda planta de cinco, casi 2.400 euros según la tarifa actual. No es barato morirse. Ciriego forma parte de la ruta europea de los cementerios, es uno de los de puntuación notable en España y finalista habitual en concursos nacionales. También con vistas al mar, el de Comillas y su Ángel Exterminador, o el de Castro Urdiales, son destinos turísticos relevantes. En alguno de ellos coincidiremos más pronto que tarde.
La Recoleta, necrópolis de la sociedad acomodada de Buenos Aires, es un museo del arte a cielo abierto. La cripta de Eva Perón, la más frecuentada, sorprende por su relativa modestia en un recinto en el que las familias poderosas de un país rico entonces competían en la construcción de imponentes mausoleos y estatuas monumentales. En la Recoleta reposa la mayoría de los mandatarios de la nación, y advertido por la gente del Centro Montañés, me interesó sobremanera conocer el enterramiento de Marcelo Torcuato de Alvear, presidente argentino entre 1922 y 1928, de origen tan cántabro como toda rama del apellido Alvear. Mantuvo una excelente relación con nuestros paisanos, a los que procuró favorecer, y acudió personalmente al homenaje que el Centro rindió a Menéndez Pelayo, porque «me considero un montañés como cualquier otro».
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