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Dicen que el turismo de sol y playa se derrite, que las visitas contemplativas a museos y monumentos desfallecen y que la búsqueda de sensaciones, cada vez más intensas, es el deseo que nos impulsa a salir de casa para viajar. Además del asequible senderismo ... o el sano pedaleo del ciclismo, tenemos el parapente, el puenting, el rafting, la escalada, el barranquismo, el submarinismo, el surf, el esquí, la espeleología y un sinfín de actividades que se nos presentan como alternativas de un ocio que no quiere serlo y que nos pone tanto que por poner hasta nos puede poner en órbita, porque eso de embarcarse en una nave espacial, dar vueltas alrededor del planeta o llegar a la Luna o a Marte, aunque sea vía sima y cápsula en Arredondo, es una aspiración que cada vez más nos enreda el pensamiento.
Yo no sé si será cosa de ver tantas películas y series, porque hasta el más templado y prudente puede hartarse de vivir aventuras ajenas y decidirse un día a vivirlas de verdad. Supongo que algo de eso hay en el éxito del paintball, ese juego de guerra con bolas de pintura donde nos podemos imaginar héroes o malvados, según el gusto de nuestro particular largometraje.
Pero nadie para obtener esa sensación de sentirse vivos hasta renacer como los 1.800 turistas que hace unos días embarcaron en el crucero noruego Viking Sky y navegaron a merced de un mar de olas gigantescas, en zona de arrecifes y con los motores inutilizados. Películas de catástrofes marítimas como 'La aventura del Poseidón', 'Tormenta blanca' o las varias que se han realizado en torno al hundimiento del Titanic hubieran envidiado las reales escenas de pánico y evacuaciones en helicóptero que tripulantes y pasajeros (la mayor parte jubilados) sufrieron tras casi 24 horas de furiosos vaivenes.
Con alguna magulladura que otra, un susto de campeonato y un montón de ganas de contar cómo transcurrió el viaje más emocionante de sus vidas, los turistas del crucero noruego encontraron, sin querer, lo que otros buscan con tanto ahínco. Cosas de pan sin dientes y dientes sin pan.
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