Turismo en alza

Si el turista nacional fue la salvación de la economía cántabra el año pasado, junto con la resiliencia de algunos sectores industriales y una cierta activación de obra residencial y pública, en esta ocasión se suman más decididamente los extranjeros, y hay que esperar que los conflictos laborales en las aerolíneas no trastornen dichos flujos. Se ha notado, ante todo, una mayor afluencia de ciudadanos de Francia. El país vecino, además de ser uno de los más desarrollados del mundo, se encuentra entre los europeos con más pujanza demográfica, con la previsión de que para mediados de siglo alcance e incluso supere a Alemania. Su capacidad como mercado emisor será de creciente relevancia para Cantabria, a un nivel aun mayor que el británico, alemán o italiano, por lo que un incremento de las acciones promocionales ante el cliente francés parece una línea de trabajo que la realidad misma sugiere.

Los profesionales están detectando asimismo el poder de fidelización de Cantabria. Algunos que vinieron por primera vez buscando más protección frente al covid ahora repiten; y al mismo tiempo algunos habituales que habían dejado de venir por temor a la pandemia están retornando. Esto dice mucho tanto de nuestras empresas de turismo, como de la sociedad regional, que acoge en temporada alta a decenas de miles de visitantes. De hecho, en julio y agosto apenas se podría recibir a más gente, ya que la capacidad de alojamiento y atención se aproxima mucho a su límite.

El reto se halla en mantener esta calidad de región que tanto agrada al visitante, incluso con independencia del mejor o peor tiempo, y también en ir ensanchando la temporada con eventos, encuentros profesionales y sociales, deportivos, aprovechamiento respetuoso de la naturaleza, gastronomía... Este mismo mes de junio ha mostrado que hay potencial para aumentar negocio antes de los meses más vacacionales. De ahí la trascendencia de algunas inversiones como los proyectos museísticos en Santander: Espacio Pereda, Reina Sofía-Archivo Lafuente, MAS y, esperemos que pronto en ejecución, MUPAC. Unidos al Centro Botín, a Enaire y al Museo Marítimo del Cantábrico, configuran, junto con espacios como el Casyc y el Paraninfo de la UC, así como la Biblioteca Central, una red muy densa que, bien aprovechada y promocionada, puede convertir a Santander en la escapada de moda en toda España y Europa Occidental, en cualquier época del año.

El turismo ha sido uno de los grandes puntales de supervivencia de Cantabria en las sacudidas de estos dos últimos años, lejos de ser un mero complemento de otras actividades. Que hay que cuidar, desarrollar y consolidar, prestando atención a los empresarios, a los profesionales, a los equipamientos y transportes, y a las nuevas tecnologías.

Este 2022 promete ser uno de los mejores veranos de la historia turística de Cantabria, pero es conveniente que no quede en hazaña sin continuidad. Ha de ser un acicate a la confianza de la comunidad en sí misma y para perseguir el objetivo de una contribución mucho mayor de estos servicios a la prosperidad, el empleo y el bienestar de la sociedad.