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Unión para Todos, gran mérito el suyo, fue el partido menos votado de España en las dos últimas elecciones generales. Helen Mukoro, su líder, quería ... convertirse «en la siguiente Obama» y que el presidente de Nigeria, su país de origen, presenciara la toma de posesión en el Congreso de los Diputados, pero 31 votos no dan para mucho. Mukoro, acusada posteriormente de estafa por otras causas, obtuvo aún menos apoyos en Teruel, el lugar donde se presentó, que Muerte al Sistema, una formación cuyo número uno se hace llamar El Lobo de la Alberca. La historia de los grupos marginales es efímera, y quizá pocos recuerden que el último de la fila en las autonómicas de Cantabria de 2019 fue el NIP (Nueva Izquierda Popular) con 122 papeletas favorables, lo cual también merece reconocimiento porque solo con la lista de candidatos al Parlamento, titulares y suplentes, ya sumaba cuarenta.
No sé si Pablo Iglesias, al igual que Mukoro, pretende convertirse en un nuevo Obama o acabar con el sistema, como es la intención de El Lobo de la Alberca, pero la apuesta de dejar el Gobierno para sumarse a la batalla de Madrid parece, en teoría, un despropósito. O no. Se da por hecho que nunca presidirá la comunidad autónoma porque, aún en el caso de que triunfe la izquierda, Podemos quedaría relegado en ella a la tercera posición, distanciado del PSOE y detrás, también, de Más Madrid. Según las encuestas, el llamado 'efecto Iglesias' es irrelevante y Podemos se mueve en una horquilla de entre el 7,6 y el 8,7% y la única aportación de diez diputados al total de 69 que marca la mayoría absoluta. Pocos, pero imprescindibles, por lo que las opciones de Iglesias no son iguales a cero. En los negocios políticos todo puede suceder si hay cartas con las que jugar.
Existen múltiples ejemplos de perdedores que han llegado al poder, y no es necesario salir de la región para encontrarlos. Revilla preside Cantabria desde 2003 -exceptuando el periodo 2011-2015- cuando solo ha ganado una cita electoral, la de 2019. Aunque en 2003 el PRC fue el tercer y último grupo con representación parlamentaria, sus ocho diputados le alcanzaron para gobernar porque el PSOE, con muchos más, trece, aceptó un pacto que si ha sido ventajoso para algunos de sus militantes resultó un desastre para el partido. Los socialistas tocaron techo en la etapa de Jaime Blanco, quien con dieciséis diputados ganó las elecciones de 1991, y bajaron al suelo de los cinco de 2015 o los siete de ahora. Aún más llamativo fue el acceso de Javier Rosino a la alcaldía de Santillana del Mar con un único concejal, él mismo. Por eso no se debe descartar a Iglesias si la izquierda triunfa en Madrid.
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