Secciones
Servicios
Destacamos
Tomando a Jane Austen como inspiradora del título de este texto, su propia referencia, 'Orgullo y prejuicio', quizá sea tenida en cuenta más adelante, pues no es ajena a las vicisitudes de un asunto fundamental e histórico para Santander: cómo ordenar su actual espacio ferroviario ... . Y procede ahora mismo la palabra 'ordenar' porque la ciudad parece que deberá someterse a una 'orden' (ultimátum, ha sido denominada también) según la cual no será posible plantearse nada más que lo que se ha proyectado desde fuera de la ciudad, y no para la ciudad, sino para su estación de ferrocarril.
El urbanismo es una disciplina intelectual de planificación territorial que se plasma sobre el espacio físico afectando, por supuesto, al paisaje (en el origen, todo era un gran suelo rústico), a la distribución de usos sobre el territorio y que se centra, sobre todo, en la búsqueda de la mayor y mejor calidad de vida de las personas en esos entornos donde se toman decisiones de planeación. Se usa también el término 'ordenación', pero no en el mismo sentido anterior, como orden de mando, sino como búsqueda de lo conveniente para cada lugar de acuerdo con la planificación.
El problema en términos urbanísticos se produce cuando, en un espacio cualquiera, la ordenación (urbanística) choca con una orden (sectorial) que no ha tenido en cuenta más aspectos que los de su propia disciplina o interés. Y es inevitable que se produzca el choque porque, sin la reflexión suficiente para acomodar la conveniencia de todos los factores que confluyen en ese espacio, será imposible una ordenación que dé lugar a beneficios globales para mejorar su calidad de vida. Se resolverá algún matiz del asunto, pero no todos, y seguro que nunca de forma satisfactoria para la ciudad, pues la complejidad de las materias cívicas en juego siempre hará mucho más probable que queden sin resolver frente a la mayor facilidad de solventar las cuestiones sectoriales.
El espacio ferroviario de Santander es, sin ninguna duda, la operación urbanística más importante a la que la ciudad va a enfrentarse en un horizonte a muy largo plazo y desde hace ya muchos años (lleva 84 años así). Por ello, es fundamental afinar aquello de 'de qué hablamos cuando hablamos de integración ferroviaria'. La ordenación urbanística del espacio ferroviario de Santander tiene que empezar en La Remonta y en Nueva Montaña puesto que las decisiones que ahí se tomen serán trascendentes para la playa de vías. Solo desde ahí se asegurará que toda la entrada y salida de convoyes se produzca por el borde norte de esa zona de las vías de la ciudad, por lo que se trata de una primera decisión trascendental que, sin embargo, ahora mismo no está contemplada en la planificación ministerial que se conoce. Y ello como perjuicio al urbanismo de Santander.
Una vez conseguido eso, que no es tan complicado (ya estuvo proyectado en 2010, pero no fue finalmente aprobado), la liberación de espacios en el ámbito entre La Marga y la plaza de las Estaciones sería muchísimo mayor y permitiría, por ejemplo, la ubicación en La Marga de un gran edificio para el estacionamiento disuasorio en una parte de ese espacio de vías (urbanismo). Se permitiría también poder pensar en cómo canalizar el tráfico en esta zona de la ciudad (sin que tenga que ser la única ni la mayor entrada|salida a Santander) por esa playa de vías liberada (urbanismo). Simplemente, avanzando la nueva estación 250 metros, hasta la calle Ruiz Zorrilla (y es una de las muchísimas y sencillas ideas que pudieran surgir del concurso de ideas), se ganaría un espacio público libre de toda carga (y de toda losa), al nivel de la calle Castilla y que permitiría la plantación de cualquier tipo de especie arbórea de gran porte para crear un parque mayor que los jardines de Pereda (urbanismo).
Tendría exactamente los mismos 50 mil metros cuadrados de extensión que una losa de cien mil metros cúbicos de hormigón a cota 13,70 donde nunca podrá crecer un árbol de porte para dar una sombra (perjuicio). La nueva estación no requeriría una cubierta de losa para sus andenes, sino que valdrían soluciones más acristaladas y con diseños más atractivos, pues no haría falta pisarla (urbanismo). Las personas y el transporte público llegarían sin problema a una nueva estación (intermodal con la de autobuses) que se mantendría en el mismo centro de la ciudad (urbanismo). Las conexiones con la ladera del Parque del Agua y hasta la calle Alta también serían posibles desde el nuevo parque (urbanismo)...
Es muy evidente que hay muchas más posibilidades y que esto no hace sino vislumbrar el debate que surgiría con un concurso de ideas donde las necesidades ferroviarias quedasen resueltas, pero donde también lo estuvieran las necesidades de la ciudad de forma claramente irrenunciable. El concurso ya estaba convenido para octubre de 2022 y sería, sin duda la mejor manera de planificar, sin más dilaciones que las ya previstas (nunca diez o quince años), una verdadera «ordenación» del espacio ferroviario del municipio. Ante esto, ni orgullo ni prejuicios que pongan la solución actual como única válida, pues cualquiera entiende que el simple enunciado de esa «orden» carece de lógica. Que se dé paso a la opción de una «ordenación» por la disciplina del urbanismo frente a los perjuicios que una solución como la propuesta supondrá para Santander durante un largo futuro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.