Urge la normativa sobre autocaravanas

EDITORIALES ·
La masificación y los problemas de este verano dejan en evidencia la demora de una región turística como Cantabria en regular aspectos clave de las nuevas tendencias del sector

Editorial .

Domingo, 21 de agosto 2022, 08:20

Teniendo en cuenta que el turismo de autocaravana es bastante más antiguo que la propia autonomía de Cantabria (el primer modelo estadounidense se presentó en una exposición automovilística neoyorquina en 1910), resulta muy sorprendente que aún no exista una normativa autonómica actualizada para regular este ... fenómeno. Este vacío legal viene causando numerosos problemas en los espacios afectados y perjuicios claros para aquellos emprendedores cántabros que han invertido en generar negocios de aparcamientos para caravanas con todas las bendiciones jurídicas. La pandemia de covid-19 produjo un anhelo de espacios abiertos y revalorizó tanto espacios como formatos turísticos más libres y de tendencia a lo rural, fuese costero o de montaña. Estos factores han producido un notable incremento de la presencia de autocaravanistas en Cantabria, y la falta de regulación, que antes daba lugar ya a problemas, ahora los ha multiplicado.

Una vez más, la Administración va muy por detrás de las necesidades sociales, en una secuencia que se está convirtiendo en una costumbre. Se supone que las autoridades disponen de más información y más visión, y se les debe reclamar actuaciones anticipatorias y agilidad en la implementación de las respuestas. Porque el de 2022 es otro verano más que pasará sin normativa y el daño, que se hubiera podido evitar, ya está hecho.

Tampoco parece que se trate de una reglamentación especialmente compleja: este modo de turismo se conoce desde hace décadas, la regulación de los suelos de Cantabria está también clara, especialmente en reservas o parque naturales, e incluso existen experiencias locales de éxito, caso de Corvera de Toranzo y Ruente.

No tienen sentido ni los espectáculos de saturación que rebajan la calidad de uso por los visitantes de espacios tan sensacionales como Liencres u Oyambre, ni los juegos del gato y el ratón entre los agentes que sancionan infracciones y los caravanistas que tratan de seguir adelante con sus planes ante la falta de una regulación más clara y bien aplicada. La pandemia dio un impulso al turismo dentro de España, por las dificultades para viajar, y la guerra de Ucrania y otras alteraciones pueden reforzar ese perfil en los próximos años. Podemos hallarnos ante una tendencia que ha llegado para quedarse, como manifiestan los profesionales del sector. En consecuencia, esta regulación turística, como otras pendientes, no puede quedarse siempre en un interminable periplo del expediente, sino que hay que fijar fechas límite para su entrada en vigor, pues una legislación perfecta que jamás se publica es la legislación más imperfecta que cabe imaginar.

Por otro lado, los casos de éxito muestran que buenos equipamientos y normas locales suponen un impulso económico para el entorno. Esto sugiere que el Gobierno de Cantabria y la Federación de Municipios tienen una obligación de coordinar estos aspectos para producir la necesaria homogeneidad de acuerdo con la estrategia económica y ambiental regional, al tiempo que se proporciona flexibilidad para que cada ayuntamiento ejerza su autonomía de acuerdo con su situación específica y sus necesidades vecinales. Se echa en falta esa necesaria coordinación entre administraciones. Finalmente, hay que favorecer la iniciativa privada, pues no se trata de gastar porque sí dinero de los contribuyentes, sino de favorecer la inversión y la toma de riesgos calculados por los emprendedores del sector. Las zonas rurales cántabras no andan sobradas de impulso empresarial y además unos negocios podrán traer otros detrás. El interés de los caravanistas se ha hecho patente con la masificación de este verano. Es ya hora de dar rápida respuesta y que en todo el territorio cántabro quede nítidamente regularizado el uso de esta clase de vehículos recreativos.