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La Cumbre de la OTAN en Madrid aprobó este miércoles su Concepto Estratégico para la próxima década, trazando una línea divisoria entre las democracias reunidas en torno a la Alianza Atlántica y los propósitos que revela el ataque del régimen de Putin contra Ucrania ... o la actuación connivente del régimen de Pekín para ampliar su influencia en el mundo. Después de que la cumbre Atlántica de Lisboa de 2010 acogiera a Rusia como socio para un futuro en común, hoy Moscú representa «la más significativa y directa amenaza a la seguridad del área euroatlántica», en tanto que ha quedado demostrada su disposición a emplear «la coerción, la subversión, la agresión y la anexión» para incrementar su poder. Es también novedoso que la OTAN señale directamente a China, destacando «la amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares» a la que recurre manteniéndose «opaca respecto a sus intenciones». Ayer la OTAN no fijó únicamente las bases para un plan de actuación de diez años. Los 30 países miembro, junto a Suecia y Finlandia en puertas de serlo, además de Georgia, y en presencia de los mandatarios de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda están escenificando en Madrid un compromiso de enorme alcance para preservar la legalidad internacional como garantía de seguridad y libertad.
La prioridad aliada es indiscutible, el flanco oriental del área euroatlántica, incrementando los presupuestos de defensa de cada estado hasta el 2% de su PIB, sumando 300.000 militares en condiciones de hacer frente a una agresión invasora por parte de Rusia casi de inmediato, adelantándose ante el carácter híbrido de las amenazas. Para España y para la Europa mediterránea es importante que el nuevo Concepto Estratégico se fije específicamente en los desafíos que entraña el flanco sur. Al tiempo que la mención a «la defensa de la integridad territorial» de los aliados supone un compromiso político del que difícilmente podrían quedar fuera Ceuta y Melilla en caso de agresión. Aunque al referirse tanto a las amenazas del sur como a los retos en Asia-Pacífico la OTAN se mantiene en su enunciado sin delinear posibles actuaciones. Sin duda porque las experiencias últimas en Afganistán, Libia o Irak tienden a retraer a la Alianza hacia la literalidad del Tratado de Washington en cuanto a sus límites geográficos.
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