Sin vacaciones en la izquierda
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No hay descanso este verano para la izquierda cántabra. A falta todavía de dos años para las elecciones, parece existir cierta impaciencia en Podemos e IU por un pedazo de la tarta mediática regional. El partido de Ione Belarra (¿o sigue siendo el de Pablo ... Iglesias?) se ha lanzado a una carrera por demostrar que sigue respirando. Que tiene pulso a pesar del batacazo electoral de 2019. Solo este mes hemos visto a los dirigentes regionales de Podemos en una manifestación en defensa del tren Bilbao-Santander, reclamando que las estelas de Barros sean de titularidad pública, en la protesta por el asesinato homófobo de Samuel, exigiendo un cribado masivo de personas no vacunadas que hayan estado en situaciones de riesgo y en las concentraciones contra los parques eólicos. Una agenda muy intensa pese a estar en julio y con las elecciones en un horizonte que, para algunos, parece no estar demasiado lejano.
Luis del Piñal, encargado de volver a poner a Podemos en el mapa autonómico, reunió la semana pasada a un puñado de militantes en Maoño para insuflar algo de ilusión, que falta hace en un partido sometido a tanta tensión orgánica desde hace años. Allí presentó un informe político regional cuya conclusión es que los morados pueden volver a ser la llave del próximo Gobierno regional. Se entiende que si se repite la dupla Revilla-PSOE o el PRC en solitario, no si se da pábulo a un escenario andaluz, con PP y Vox asaltando los despachos de Peña Herbosa.
¿Es realista pensar que Podemos tendrá algo que decir en 2023? Predecir algo en política con dos años de antelación puede servir para las tertulias televisivas, pero Pedro Sánchez, Vox, Ciudadanos y Ayuso han demostrado que la moda son los giros de guión hitchconianos. Lo que sí podemos es proyectar con los datos que sí conocemos. Podemos e IU ya han anunciado que se unirán para presentarse a las elecciones en Cantabria. Si lo hubieran hecho en 2019, hubieran sacado los mismo votos con los que Vox logró dos diputados en el Parlamento. Eso sí es un hecho. Como también lo es que Podemos pasó de 28.000 a 10.000 apoyos en una sola legislatura. IU perdió 2.000 en ese mismo periodo.
Contaba Jesús Serrera el pasado domingo en este periódico que Vox se ha lanzado a por el voto rural. También Podemos está disputando esa carrera. Las matemáticas no engañan. En 2015, en el mejor momento del partido, cuando Iglesias, Errejón y Monedero llenaban Vistalegre, Santander solo aportaba el 22% de los votantes de Podemos Cantabria. Esa cifra mejoró en 2019 hasta el 31%, eso sí, con la suma de los morados con Izquierda Unida. Es decir, en el mejor de los casos, solo uno de cada tres votantes suyos es de Santander. La izquierda también se la juega en los pueblos.
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Ana del Castillo
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