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Aunque resulte difícil de creer, hay gente dispuesta a servir de conejillos de indias, inoculándose supuestas vacunas contra el coronavirus que no han pasado ningún control sanitario. El ejemplo más difundido se llama RaDVaC, y entre sus promotores cuenta con varias personas vinculadas a l ... a Universidad de Harvard, aunque la Universidad ya ha dejado bien claro que no tiene ninguna relación con el proyecto.
La supuesta vacuna es, en realidad, un cóctel de péptidos que puede preparar cualquiera en su propio hogar. Los principales promotores del proyecto son George Church, genetista de reconocido prestigio, y Preston Estep, biólogo, fundador el primero y asesor el segundo de 'Personal Genome Project', con sede en la Escuela de Medicina de Harvard. En la página web de RaDVaC definen el proyecto como ciencia ciudadana, y aportan toda la información sobre su preparado con una licencia abierta. Además, lo acompañan con un documento científico llamado Libro Blanco, que advierte de que la vacuna no tiene ninguna efectividad demostrada, no está aprobada por las autoridades y puede ocasionar efectos secundarios, aunque no entra en mayores detalles
La vacuna obtenida siguiendo las indicaciones del Libro Blanco se administra mediante un inhalador nasal, y recomiendan hacerse después test de anticuerpos y linfocitos para comprobar su efecto. La inoculación por esta vía se emplea ya en algunas vacunas, como una de la gripe; tiene la ventaja de que genera una respuesta tanto local como sistémica, aunque suele ser de menor intensidad. Estep hizo unas declaraciones a The New York Times asegurando que hay unas 30 personas en EE UU, Alemania, Reino Unido, China y Suecia que ya se han inoculado, incluido su propio hijo de 23 años. Por su parte, Church ha publicado en Twitter una foto suya inhalando la vacuna.
Entre la población mundial hay una enorme sensación de urgencia para conseguir una vacuna efectiva contra la COVID-19, que nos traiga de una vez por todas el deseado retorno a la normalidad. Esta urgencia es un caldo de cultivo ideal para proyectos que utilizan lagunas legales, como lo referente a la autoexperimentación, para acortar plazos en busca de la solución más rápida posible.
El problema de este tipo de experimentación casera es doble. Por una parte, las vacunas de efectividad y seguridad dudosa ponen en riesgo la salud pública; por otra parte, pueden multiplicar dentro de la sociedad el movimiento de desconfianza hacia las verdaderas vacunas. Movimiento que ya existía, de forma casi testimonial, y que se ha comenzado a extender debido a las prisas que les están entrando a algunos gobernantes para aprobar las vacunas cuanto antes.
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