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Desde que comenzó la pandemia, los bulos han estado a la orden del día, valiéndose de internet y de las redes sociales para alcanzar una difusión masiva. Entre otros temas, han sembrado dudas y desinformaciones sobre las vacunas, que han estado bajo la ... lupa mediática desde el inicio debido a la extraordinaria velocidad con la que se han conseguido. Ya hemos explicado en esta columna en alguna ocasión que una vacuna es relativamente fácil de conseguir, y que son las exigentes, y necesarias, fases de ensayo clínico y comprobación de resultados las que alargan los plazos. Debido al alcance universal de esta pandemia, las autoridades sanitarias han consentido el acortamiento y el solapamiento de estas fases de ensayo clínico, y debido a este acortamiento, de cuando en cuando, de forma muy esporádica, surge algún efecto secundario que no había dado tiempo a comprobar en los ensayos.
Además de los efectos secundarios conocidos, en esta ocasión el foco se ha puesto en otras supuestas consecuencias más sorprendentes y mucho más llamativas. En los últimos días ha circulado por las redes sociales una teoría sobre el magnetismo que generan las inyecciones para la que resulta difícil encontrar calificativos que no resulten hirientes.
Cuando surge una de estas teorías, producto de imaginaciones enfermizas, el mayor problema es que se hagan eco personas que tienen un cierto ascendente sobre algún sector de la sociedad. En este caso del magnetismo, ha sido una diputada de VOX en la asamblea de Madrid, persona con formación, a la que se supondría cierta cultura, quien ha publicado comentarios en sus cuentas personales acerca de estos extraños efectos. Citándola textualmente: «Tengo bastantes vídeos de vacunados con imantación en el lugar de la vacuna. Me gustaría que me dijeran si esto está sucediendo, o no». Además, ha subrayado que no se trata de una única persona con estas consecuencias, sino que se trata de algo que ha ocurrido en varios casos.
Ninguna de las vacunas aprobadas en la UE para hacer frente al covid-19 contiene componentes magnéticos, ni metales pesados; alguna de las utilizadas en otros países contiene sales de aluminio, casualmente un elemento no magnético. Aunque las tuvieran, y aunque se tratara de elementos que pudieran interactuar con un imán, el contenido de la vacuna se disemina por todo el cuerpo, con lo que nos volveríamos magnéticos por completo, no solo en la zona del pinchazo.
Por cuenta de cada uno corre dejarse engañar por unos vídeos aderezados con trucos de ilusionismo barato, pero alguien que ostenta un cargo de representación pública debería de tener algo más de cuidado antes de difundir semejantes despropósitos. Más que una explicación científica, se merece respuestas como la que le ha dado un usuario de Twitter: «A mi tía Enriqueta se le ha pegado un Ford Escort y no hay manera de soltarlo. Ahora duerme en el garaje».
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