Valdecilla, un tesoro a mantener y potenciar

Como preámbulo de este relato creo conveniente comenzar relatándoles mi particular terror patológico por todo lo que suene a jeringuillas, análisis de sangre, y ya no digamos a quirófanos. No se pueden imaginar las argucias a las que tuve que recurrir para liberarme de la entonces temida inyección de la vacuna del tifus. Mi primer pinchazo sucedió muy pasados los cincuenta años y una entrada en un quirófano a los ochenta y nueve. Merced al racional convencimiento, alicientes personales de tipo religioso y fuertes dosis de tranquilizante he sido capaz de decidirme a hacer lo que no hubiera nunca pensado.

Me he llevado la mayor sorpresa de mi vida; han sido unas vacaciones placenteras. Me he quedado asombrado por la grandeza de espíritu, profesionalidad y entrega de todos sus componentes, de todos, cada uno con su cometido, con gran coordinación, perfecta preparación profesional y ansias de mejora. Además, he captado una dulzura increíble en el trato que es algo muy tranquilizador que me ha hecho pensar: Si estos son los ángeles de la tierra como serán los del cielo.

Por mi parte es obligado citar a los departamentos de dermatología, cirugía plástica y anestesiología y reanimación en todos sus niveles. Por supuesto a la planta de pre y pos-operatorio de trauma que es la quinta de la torre tercera; doctores, médicos internos residentes, enfermeras y los estudiantes en prácticas de esas especialidades y de formación profesional.

En Cantabria estamos demasiado acostumbrados a disfrutar ingenuamente de demasiadas infografías que pasan fulgurantemente de su cometido publicitario a colmar el almacén del olvido. En este caso de una genial y generosa iniciativa del Marqués de Valdecilla de carambola en carambola nos hemos encontrado con una fantástica realidad nada infográfica. Debemos contemplarlo como un completo conjunto de hospital incluida la genialidad del virtual, facultades de medicina y enfermería e institutos de investigación hospitalaria y biomedicina y ojalá y pronto les acompañe el tratamiento oncológico de protonterapia.

Se me ocurre que quien corresponda debe ocuparse de que se enteren en la Unión Europea de esta realidad y sus posibilidades para que vuelque en ella todo tipo de ideas con su correspondiente financiación.

Conviene que reservemos algunos espacios contiguos e infravalorados para ubicar en ellos todo tipo de empresas dedicadas al ramo de la medicina.

Los consumibles y sofisticados artilugios deben ser fabricados en Cantabria y, además, si es posible mejorándolos. La pandemia nos pilló desprevenidos y hay que entender que no será la única. También me parece necesario crear un nuevo parque dedicado a tecnología de la salud. No estaría de más crear una novedosa Escuela Técnica Superior de ingeniería de esa especialidad, y puestos a pedir una Facultad de Farmacia.

Particularmente me apetece que se agilice la construcción del instituto anatómico forense, cuyos terrenos me parece que ya están adquiridos. Dedicaríamos a las especialidades paleontropológicas con laboratorios de ADN y con grandes científicos en plantilla que sería un complemento de las dos instituciones de investigación prehistórica.

Si la colaboración público-privada en este caso ha resultado un éxito, repitamos la experiencia con una gran empresa aseguradora. Con la forma adquirida se podía promocionar una póliza de riesgos de operaciones quirúrgicas. Sí, ya sé que me dirán que tenemos una gran lista de espera, en parte arrastrada por los devastadores efectos de la pandemia, pero con alguna financiación estas primas permitirían que no fueran los profesionales formados aquí y además mejorar los alicientes de los actuales.

Creo que como estas tienen que existir miles de ideas por desarrollar para utilizar los fondos europeos. Nuestros políticos dejando a un lado sus ideologías sin rencillas de ningún tipo y unidos como una piña, a ello tienen que dedicarse para conseguir que nuestra entidad sea el mejor hospital de Europa.