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El topónimo Becedo desapareció del callejero de Santander en la obligada revisión que ocasionó la reconstrucción de la ciudad tras el dramático incendio de 1941. ... Era el nombre del terreno de la Villa que fuera de su muralla se extendía hacia el Oeste. Según Sojo y Lomba, el topónimo Becedo era la vulgarización de 'Berecedo/Bercedo/Becedo', ya que el terreno, desde la orilla de la Ría de Becedo, crecía sin huellas hacia la Mies del Valle y la Villa sólo tenía una única comunicación con el exterior por Calzadas Altas. Un espacio tan amplio explica a un lector de nuestra vieja historia que pueda encontrar el nombre de Becedo unido a numerosos sucesos y a diferentes ubicaciones. Según relato de Amós de Escalante, en 'Costas y Montañas', en el siglo XIII se fundó en la Villa el Monasterio de San Francisco, en terrenos que cedió la Casa de Puebla, propietario de los mismos, en el sitio de Becedo. Desamortizados en el siglo XIX todos los monasterios, por la Ley Mendizabal, finalizando el siglo, en el espacio del convento de San Francisco y su huerta, se construyeron el Mercado de la Esperanza y el actual Ayuntamiento.
En dos documentos del siglo XVI, trascendentes en el conocimiento de nuestra historia, encontramos referencias de Becedo. En la explicación de Braun del grabado de Hogenberg (1575) indica que «este pueblo posee seis ricas fuentes. Fuera (…) brota la más abundante y célebre de todas, llamada vulgarmente la fuente de Becedo», y en el Memorial de Juan de Castañeda (1592), encontramos una fidelísima descripción de la Villa: «Este pedazo de tierra tiene por la parte de occidente, que es su mayor anchura, a las Asturias de Santillana. Y por la parte de septentrión, oriente y mediodía, costea con el mar Océano Cantábrico, en cuya ribera está esta villa fundada dende lo alto de un pequeño cerro, que está a mediodía, hasta la subida de otro mayor que cay al septentrión, quedando un vallecico en medio que es remate del valle, que llaman de Becedo, por el cual entra la mar cuando crece, dejando una parte de la población de esta villa a un lado y otra parte a otro».
La enorme nave que en 1753, en sólo tres meses, construyó Juan de Isla para fabricar las jarcias necesarias con las que armar los buques que estaba construyendo en el astillero de Guarnizo, da una idea de la extensión de lo conocido, durante siglos, como sitio de Becedo. Edificada sobre terrenos, comprados previamente a las monjas del Monasterio de Santa Cruz y a otros cuatro propietarios, ocupaba en la parte inferior de la ladera que desciende desde Calzadas Altas, toda la actual acera sur de la calle Burgos y su continuación hasta el Pasaje Peña.
En los primeros rellenos de la bahía que permitieron el crecimiento de la ciudad y el inicio del Muelle, orgullo de la nueva ciudad y asombro de los que nos visitaban, desapareció la Ría de Becedo.
En el siglo XIX Becedo vio como después de la desamortización, al instalarse en el viejo convento abandonado, diversos organismos oficiales, nacía, con edificios de dos plantas, la Calle del Correo, como se formaba una plazoleta y en ella se abrían fuentes y lavaderos, el Peso Público, el Humilladero del Cristo y hasta una pequeña alameda con árboles y bancos y cómo crecía ciudad.
En el Anuario Estadístico de la Administración y del Comercio de la Provincia de Santander, editado por Ratier en 1847, después de describir la nueva población que había nacido en terrenos ganados al mar, leemos: «También se puede llamar nueva la parte de la ciudad que principia en Becedo y se va extendiendo progresivamente en la dirección de la Alameda nueva y ha llegado ya hasta su entrada».
Según Simón Cabarga, la decisión que se tomó, después del Machichaco, de construir el nuevo Ayuntamiento y la Plaza de la Esperanza, en los terrenos del convento de San Francisco y su huerta, convirtió a la plazoleta en el centro neurálgico de la ciudad y la acera norte de la nueva plaza, desde la esquina de la Cuesta del Hospital hasta la casa de Isla, aparece en los planos como calle Becedo.
¿Porqué desaparece un nombre del callejero oficial? ¿Por qué desaparece el nombre de Becedo? En un artículo que Del Campo Zabaleta 'El Machinero', que además era vecino de Becedo, recogió en su obra 'Calles del Viejo Santander' encuentro una de las posibles respuestas: «Suponemos que declinar del viejo sitio o lugar de Becedo no parecía hacer daño a nadie» y, con humor, dejó, para el recuerdo, una curiosa circunstancia de la calle: En las dos esquinas de la primera manzana de la calle se abrían, cada mañana, 'Las Cortes' y 'El Congreso', sendos establecimientos de «café y copeo» que gozaban de la habitual visita de 'parlamentarios' que asiduamente asistían a sus sesiones. Becedo no tuvo la suerte de Atarazanas que, según Simon Cabarga, en su 'Santander en la Historia de sus Calles' «nunca desaparecerá del mapa urbano porque tan prieto, tan denso, de tantas evocaciones está penetrado».
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