Secciones
Servicios
Destacamos
Pereda escribió 'Sotileza' en 1885 y en el capítulo VI, que tituló 'Un Cabildo', describe maravillosamente el lugar más alto de lo que iba a conocerse en el fututo como 'Rampa de Sotileza': «Lo que entonces se llamaba Paredón de la calle Alta, existe todavía ... con el mismo nombre, entre la primera casa de la acera del sur de esta calle y la última de la misma acera de Rúa Mayor. Solamente faltan el petril que amparaba la plazoleta por el lado del precipicio y la ancha escalera de piedra que descendía por la izquierda hasta bajamar, atracadero de las embarcaciones de los mareantes». Pereda fija la acción de la novela en los años anteriores al medio siglo, cuando aún no se había realizado la magna obra del Ensanche de Maliaño que alejaría el mar de la ladera de Somorrostro y movería a muchos pescadores a emigrar del Cabildo de Arriba, despojados del embarcadero del playazo del Dueso desde donde, durante siglos, habían comenzado diariamente su faena.
En la plazoleta superior de la Rampa, extraordinario mirador de la bahía, en días de buen tiempo, se celebraban al aire libre las reuniones del Cabildo y, según Pereda, «daban recreo a sus ojos contemplando el panorama desde el monte Cabarga hasta el llano de las Presas; deteniéndola en el cercano fondeadero del Pozo de los Mártires, verdadero bosque de arboladuras, o en el más próximo aún del Dueso, salpicado de lanchas y barquías del Cabildo, aunque en el mismo Dueso se había plantado la estación del ferrocarril, emblema del espíritu revolucionario y transformador de las modernas sociedades».
En la segunda mitad del siglo XIX Santander vivió un extraordinario momento económico fruto de la actividad del puerto por el gran aumento del comercio con los puertos americanos y por la importante actividad minera en nuestra región, lo que provocó la terminación del espectacular frente marítimo del Muelle y el rápido crecimiento del Nuevo Ensanche de Maliaño. En 1885 desde el mirador del Paredón ya no se veían en el playazo del Dueso lanchas ni barquías, contemplaban una estación de ferrocarril a donde llegaban los trenes de Madrid y como, frente a ella, en la parte baja de la ladera, en la plazuela de la parte inferior actual por donde se accede al Parque Sotileza, Corcho e Hijos construía el primero de sus talleres; talleres y estación que desaparecerían en 1941, no a causa del incendio si no por los planes de reconstrucción de la ciudad asolada.
La ciudad necesitaba comunicar el núcleo histórico de Somorrostro con la nueva superficie conquistada al mar donde rápidamente crecía una nueva fachada marítima que prolongaba la del Muelle hacia el oeste y facilitar el acceso a la estación de ferrocarril. Entre l885 y 1887 se construyó el proyecto del arquitecto municipal Pérez de la Riva. Una amplia vía en forma de 'S', con dos cómodas curvas, unía la vieja plaza del Cabildo con la nueva plaza inferior de las Navas de Tolosa donde se iniciaban las calles del espacio ganado al mar. En uno de los muros, cuya construcción posibilitó la realización de la obra, se colocó una placa de bronce con las fechas de iniciación y remate y como Santander había acogido entusiasmada la 'Sotileza' perediana, se aprobó por unanimidad que el viejo Paredón se denominara Rampa de Sotileza. Era también un homenaje al antiguo vecino; de niño Pereda había vivido en el nº 9 de la Cuesta del Hospital, jugando con los chicos de su edad en él muelle de Anaos y en los terrenos ahora urbanizados.
En su 'Biografía de una ciudad', Simón Cabarga dice que la Rampa canalizó gran parte del tráfico rodado y peonil que, hasta entonces, se verificaba forzosamente por la dársena. Existen magníficas imágenes del Santander antiguo. Cuando recogimos en la obra 'Calles del Viejo Santander' las crónicas periodísticas de Jesús del Campo Zabaleta 'El Machinero' ilustramos el artículo de la Rampa con una magnífica postal que recoge el paso, por ella, de más de sesenta personas y dos carros. Durante años muchos vecinos y paseantes siguieron disfrutando desde el mirador el admirable panorama de la bahía; hoy sólo se contempla la casa de enfrente.
El allanamiento, después del incendio, del cerro de Somorrostro abriendo la ciudad hacia el mar, la reedificación en altura y el progresivo abandono del Cabildo han contribuido al arrinconamiento de un espacio histórico de la ciudad. Deseando se conociera o recordara quién fue Sotileza, Concha García ha enriquecido el muro inferior con textos de la novela. Su esfuerzo no concita lectores. La nueva sociedad no es lectora. En una supuesta encuesta Pereda y Sotileza no pasarían de ser un señor que tiene un monumento en los jardines de su nombre y el título de una novela.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.