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El día 23 de septiembre de 1588 llegaban a Santander, desviadas por fuertes temporales que les alejaron de Coruña, su destino previsto, naves de la Gran Armada Invencible que Felipe II no había mandado a luchar contra los elementos. En el galeón 'San Martín', buque ... insignia de la Escuadra, llegó el Duque de Medina Sidonia, Capitán General de la Armada. Hospedado en Pronillo, en el palacio de Riva-Herrera, en cartas enviadas al Rey, daba cuenta de su estado, después de 24 días de calenturas e indicando que tanto él como la dotación llevaban 14 días sin beber una gota de agua: «Se me han muerto 180 y todos estamos enfermos de mal contagioso de tabardete». En el 'San Martín' llegaron 138 hombres de mar y 170 soldados. El galeón fue reparado en Santander a fondo de tal forma que volvió a servir «más fuerte y más de servicio que cuando salió de Lisboa».
Tres siglos después, otro penoso hecho vino a llenar de dolor el puerto de Santander. En 1898, la ciudad contaba con alrededor de 50.000 habitantes. Desde febrero de 1895, en que empezó de nuevo la insurrección cubana, según el relato efectuado por Rafael González Echegaray en 'Por más valer', que resume la historia de los primeros cien años de la Junta del Puerto, «nuestro puerto volvió al primer plano de la sangría española. Empezaron a embarcar tropas y tropas en los barcos de la Trasatlántica». Según datos de la Trasatlántica transportaron, desde diferentes puertos de España, 185.278 hombres a Cuba y 28.774 a Filipinas. Estas actividades alteraron las relaciones comerciales con ultramar y la actividad de la propia ciudad. La prensa local reflejaba esta circunstancia y 'El Correo de Cantabria' informaba, en abril de 1898, que quedaban suspendidas las salidas de los vapores correo desde Santander: «…Ante este cuadro tan desolador para Santander, la guerra está declarada: ¡la del hambre!» Días después, insiste: «…todos los negocios están paralizados y la Cocina Económica suspendió sus servicios por falta de recursos». El Ayuntamiento, entre otras medidas, suspendía todos los festejos del verano y en la Memoria de la Cámara de Comercio se lee: «Quedó el puerto sin barcos, sin mercancías los muelles y por tanto faltas de trabajo las clases que viven del comercio».
El 1 de septiembre de ese mismo año llegó, con 2.210 hombres, el 'Covadonga', primero de los 34 barcos que, en cinco meses, trajeron a Santander 12 generales, 1.923 jefes y oficiales y 30.933 clases de tropa, entre los vivos y los moribundos. «Los cadáveres, salvo los que se hicieron símbolo y los de aquellos pobres que morían en el corto trayecto de Cabo Mayor al Muelle de Maliaño, quedaron en la manigüa y en el Atlántico». Con la rápida repatriación se cumplía con la exigencia de la evacuación de todos los soldados como condición previa para cualquier tratado de paz. Días antes habían llegado el 'Habana' y el 'Ciudad Condal', habilitados como buques hospitales para dar alojamiento a los heridos, y el día anterior el 'Meteoro', crucero-auxiliar de la Armada Española para esperar la llegada del trasatlántico inglés 'City of Rome'. Los tres barcos auxiliares atracaron en el Muelle de Maliaño. El esperado 'City of Rome', según González Echegaray uno de los más famosos barcos de pasaje de todo el mundo, con sus cuatro palos, tres chimeneas y proa de violín, llegó directamente desde Annapolis, sede de la Escuela Naval Norteamericana, donde habían sido conducidos como prisioneros los marinos españoles y donde el Almirante Cervera había sido tratado con enorme respeto. En el 'City of Rome' regresaron 1.682 supervivientes de la Escuadra, entre ellos Alfredo Nárdiz, teniente de navío santanderino que, embarcado en el crucero 'Oquendo', había participado en la batalla de Santiago y que, prisionero en la Base Naval de Annapolis, había escrito 'La Escuadra de Cervera', texto que se publicó en 'El Cantábrico' del 11 al 16 de octubre del mismo 1898.
Hubo otros dos recibimientos señalados: En el 'San Ignacio de Loyola', el 26 de diciembre, llegaron los restos mortales de los generales Vara del Rey y Santocildes y del heroico soldado sobano Eloy Gonzalo 'Cascorro', y el 8 de marzo de 1899, en el 'Colón' regresaba la bandera «depositada reverentemente en su cámara» del 5º Batallón de Voluntarios de La Habana, integrado exclusivamente por la colonia montañesa de la capital cubana. Los barcos quedaban fuera de la bahía, los desembarcos hasta el Muelle se realizaban mediante las Corconeras y allí comenzaba el servicio admirable de la Cruz Roja y el apoyo generoso de la ciudad.
Admira la reacción de la ciudadanía compartiendo generosamente su tiempo, su dolor y sus carencias, con la vivencia agobiadora de dos derrotas: la cívica y la humana, presenciando durante medio año, cada tres o cuatro días, el desfile constante de los despojos que desembarcados recorrían la ciudad hasta los hospitales, los improvisados centros de acogida o el cementerio. Cruz Roja publicó un nuevo periódico, 'La Caridad', para dar a conocer no sólo lo que realizaban, sino lo que quedaba sin poder hacer por falta de medios y recursos. En la 'Crónica de Santander' del día 3 de octubre del 98 leemos: «Otra vez presenciamos un espectáculo que parece eterno. El trasatlántico que deposita en la orilla su carga de esqueletos; la caridad que los recoge; la procesión interminable de camillas, ese fúnebre cortejo, rodeado de un público que no sabe ya cómo demostrar sus sentimientos. ¡Y aún faltan tantas escenas de éstas!». Y Rafael González Echegaray lo trasmite así: «Ya en 1899 continuó, sin descanso, la procesión de correos con su inacabable vómito de hombres sobre nuestra ciudad. Fue admirable el comportamiento de todos los estamentos sociales sin distinción, que se disputaban materialmente el prodigar con amor toda clase de cuidados a estos pobres soldados heridos y enfermos, que tenían que desembarcar en brazos o en camilla, medio desnudos, muertos de frío y fiebre, con su mortaja asquerosa de rayadillo, con su miseria y sus barbas: y el dolor de su inútil fracaso». El 6 de abril el 'San Ignacio de Loyola' cerraba el doloroso desfile de los correos marítimos.
Tanta generosidad fue reconocida. El 11 de julio de 1899, la Reina Regente firmaba el decreto por el que se concedía a la ciudad de Santander, en recompensa de su notoria caridad y acendrado patriotismo, el título de 'Siempre Benéfica' que se añadiría a los títulos de 'Muy Noble, Siempre Leal y Decidida' que ya tenía.
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