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Todos los grandes retos a los que se enfrenta hoy la humanidad para avanzar hacia el logro de un futuro sostenible, exigen una atención prioritaria al desarrollo rural, a la vista de los graves problemas que afectan a quienes viven en este medio, particularmente ... en los países en desarrollo. Pero también en los países desarrollados, dónde aún persiste la discriminación respecto a las ciudades en lo que se refiere a derechos como la educación, la sanidad, el trabajo dignamente remunerado, etc. Muchos de quienes intentan vivir de sus cosechas o de lo que produce su ganado o la pesca artesanal, ven a menudo reducidos sus ingresos por la acción especulativa de quienes comercializan sus productos y que, en ocasiones, llegan a hundir los precios. Además, la dureza de las condiciones de vida se traduce en el desplazamiento de la población rural hacia las ciudades; un desplazamiento que, en parte, es compensado por la llegada de emigrantes a quienes, a menudo, se explota con bajos salarios y se somete a discriminaciones de todo tipo.
El problema más importante que tiene el mundo rural en España es que vivimos en una sociedad de servicios y comunicación. Su carencia hace que la gente se desplace hacia las zonas donde sí los tienen. Las comunidades autónomas diseñan la estructura propia de expansión de estos servicios con la pretensión de abastecer al máximo número de ciudadanos con el menor coste posible. Así, las áreas más despobladas son las ultimas en recibir esos servicios, retroalimentándose el problema.
Desde la óptica urbanita, el campo es ese idílico lugar al que nos trasladamos de vez en cuando en busca de tranquilidad y reposo y donde mantenemos casas muchas veces lujosas, perfectamente preparadas y equipadas y habitualmente cerradas. Esto ha contribuido a que el precio de la vivienda en el mundo rural sea inasumible para familias jóvenes. Las administraciones no construyen vivienda social rural porque no encuentran demanda suficiente, ni hay ayudas para los ocupantes de la vivienda rural como residencia habitual.
Además, el sector primario ha sido denostado y esto ha traído una pésima imagen del trabajo en el campo. Estamos en la «agricultura de precisión» y, lamentablemente, esas mejoras técnicas no se han traducido en la incorporación de jóvenes al sector. Esto es debido a factores diversos como la rentabilidad de los cultivos o la falta de inversiones, pero también a la falta de interés en formar a las generaciones jóvenes en las ventajas del mundo rural.
El resultado de este éxodo rural es la creación de macrociudades muy difíciles de gestionar. En breve plazo de tiempo, el 90% de la población se concentrará en grandes entornos urbanos, lo que ocasionará tensiones sociales de todo tipo, debido a factores como el desempleo, el aumento del precio de la vivienda, el problema del transporte, la delincuencia... Las soluciones implican a todo el territorio, no es un problema de los pueblos. El reto demográfico no se circunscribe solamente al despoblamiento del medio rural, también lo es la gestión de las macrociudades. De hecho, es sabido que las zonas rurales prósperas contribuyen a disminuir la migración a las ciudades.
En el caso de Cantabria, el 80% de su población vive concentrada en el 20% del territorio regional y el 81% de nuestros municipios no superan los 5.000 habitantes. El desequilibrio poblacional resulta palmario. Las propuestas para la modernización y diversificación del medio rural planteadas por el Partido Regionalista de Cantabria, como son el apoyo a la innovación en la industria transformadora del sector agroalimentario; el fomento de la incorporación de jóvenes emprendedores al medio rural; el impulso de los programas de inversión en infraestructuras agrarias, pesqueras y forestales; la promoción y mejora de la calidad de las producciones agrarias y el refuerzo de las ayudas económicas destinadas a la conservación y dinamización del medio natural, caminan en la buena dirección. También otras acciones como el premio «Pueblo de Cantabria», auspiciado desde la Consejería de Obras Públicas y Vivienda del Gobierno de Cantabria, contribuyen a la promoción y el desarrollo económico de los entornos rurales y su puesta en valor.
Hemos de hacer posible el protagonismo del mundo rural y valorar su papel en la conservación de la naturaleza; fomentar una economía multifuncional como medio para fijar población; conservar y transmitir lo que tiene de valioso su tradición oral y empírica; crear una cultura de consumo local; definir una nueva cultura ante los cambios y transformaciones del mundo rural y los desafíos del cambio climático; estudiar estrategias para asimilar a los nuevos pobladores dentro de un contexto identitario y coherente; propiciar recursos formativos y de gestión para una economía sostenible y trasladar los valores y la importancia del mundo rural a la sociedad urbana. En definitiva, debemos mantener en el mapa a nuestros pueblos, porque son un activo económico de primer orden.
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