El valor de trabajar unidos en un tiempo adverso

En estos más de dos años de legislatura, y podemos decirlo con orgullo, los regionalistas hemos garantizado la estabilidad y el buen gobierno de nuestra tierra allí donde estamos representados, aún con el viento en contra, alentado por grupos de presión y formaciones políticas que, por su comportamiento y sus formas de actuar, parecen tener una idea muy limitada de la realidad y los problemas que afectan a Cantabria y que tan solo buscan el rédito político fácil.

La pandemia que estalló en marzo de 2020 creó una preocupación lógica en toda la ciudadanía, pero también lo hizo en el seno de un partido humilde como el PRC, cuyo crecimiento en los últimos años ha sido intenso. El hacer frente al covid-19 como organización iba a ser un examen y éste sería uno más -seguramente el más duro- entre todos los que hemos pasado a lo largo de nuestros casi 43 años de historia.

Efectivamente, la pandemia ha sido para nosotros una prueba de estrés a nivel de partido, y creo sinceramente que los regionalistas hemos dado la talla en todos los niveles, desde el Gobierno regional hasta las más pequeñas pedanías, pasando por el Parlamento, los ayuntamientos y las Cortes Generales. Y la clave de todo ha sido el trabajar unidos con una meta común: el bien de toda la población de Cantabria.

Los 14 diputados de nuestro grupo en el Parlamento de Cantabria han trabajado de forma incansable en plenos, comisiones y distintos actos a lo largo de la legislatura, y han estado en contacto permanente con la sociedad civil a través de reuniones y encuentros constantes con asociaciones, sindicatos, etc. No puedo dejar de recordar aquí a nuestro añorado Rafael de la Sierra, que fue quien insufló esos valores de exigencia, compromiso y cohesión todavía palpables hoy.

Igualmente, nuestros alcaldes, concejales, presidentes y miembros de juntas vecinales se han dejado la piel y siguen centrados en sellar las heridas que nos ha dejado el coronavirus, en atender a los vecinos y sus necesidades cotidianas en estos tiempos de inflación y dificultades económicas y en seguir aportando ideas para el avance de nuestros pueblos, en colaboración con sus comités locales y en coordinación con los comités comarcales del Partido.

En Madrid, nuestro diputado nacional y nuestro senador han dado la batalla por Cantabria en diversas cuestiones como el pago de la deuda de Valdecilla, el IVA que el Estado debía a nuestra comunidad desde 2017 y ha sido abonado recientemente o la inversión en infraestructuras que tenemos pendiente desde hace años. Además, a iniciativa de los regionalistas cántabros se han debatido, entre otras cosas, la rebaja del IVA de la luz al 10%, el trasvase de agua desde el Ebro para el abastecimiento de Santander, la necesidad de más efectivos para guardia civil.... quedando aún cuestiones pendientes que se tratarán en los próximos meses.

Con nuestros aciertos y nuestros errores, desde el PRC podemos decir con la cabeza bien alta que, en una época adversa, donde lo que está de moda es la polarización, la confrontación y el insulto, nosotros hemos preferido centrarnos en trabajar unidos y sin hacer aspavientos porque, sinceramente, creemos que esa es la tarea encomendada por nuestros electores. Es precisamente en ese sentido en el que seguiremos trabajando el tiempo que resta de legislatura.

A menos de dos años de las próximas elecciones, estamos en el momento propicio para que empiecen a sucederse rumores y ecos, fundados o infundados, sobre concurrencias electorales, sobre candidaturas fantasma... Que nadie nos meta en ese juego para tapar sus debilidades.

Hoy igual que ayer, la cuestión reside en la lucha por la consecución del apoyo del centro político, es decir, de ese grupo, numerosísimo, de personas que en Cantabria votan al Partido Regionalista, y tienen unas caracteristicas muy definidas: en primer lugar, huyen de posiciones extremas y del poder absoluto; se centran más en los programas y en las realizaciones que en los encorsetados ideológicos tradicionales; aceptan con naturalidad la alternancia entre las distintas opciones políticas, siempre que sean prudentes y razonables; y rechazan la prepotencia, la arrogancia y, sobre todo, la corrupción.

Los regionalistas lo tenemos muy claro. Sin fisuras, sin titubeos, sin interferencias y con el apoyo inquebrantable de un partido unido y cohesionado, el PRC terminará la legislatura haciendo gala de un lema que nos es propio, y que llevamos poniendo en práctica toda la vida: «trabajo, trabajo y trabajo».