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No vamos atrás

Derogar el derecho al aborto es enviar a las mujeres al ostracismo, al oscurantismo, a la precariedad y al desánimo

Martes, 28 de junio 2022, 07:36

No vamos atrás, vamos a un lugar mucho peor. Vamos hacia un mundo en el que, habiendo apenas atisbado cierto halo de igualdad, de reconocimiento de derechos, de respeto; hemos decidido que no nos compensa como sociedad. Que las voces deben ser acalladas y las ... mujeres vilipendiadas. No es un país cualquiera el que acaba de retroceder en la historia y en los derechos de las mujeres a unos siglos que no queremos recordar. No es un país cualquiera porque es el referente económico, cultural y político del resto de estados del planeta. Es el espejo en el que se miran las democracias y el espejo que refleja cómo basta una crisis para que las mujeres vuelvan a ser las mayores perjudicadas. Derogar el derecho al aborto es enviar a las mujeres al ostracismo, al oscurantismo, a la precariedad y al desánimo. Es obviar que nuestros cuerpos son nuestros y que años de lucha y de sinsabores nos costó, les costó, a mujeres que así lo reivindicaron, lograrlo. Leía hace unas semanas un artículo de opinión de Margaret Atwood en el que se lamentaba de la visión que tuvo al crear la ficción de Gilead. Ese retroceso de Estados Unidos hacia una sociedad en la que la infertilidad de la humanidad abocaba a deshumanizar a las mujeres como meras fábricas de criaturas, una sociedad en la que la violación se sacraliza en pos del deseo (que no del derecho) de las familias privilegiadas a tener descendencia ha dejado de ser ficticio. Un gran número de mujeres en situación de desprotección y pobreza se abocan al destino de 'alquilar' sus cuerpos para vender a las criaturas que albergan sus vientres; un gran número de familias o personas privilegiadas sienten que tienen el derecho de formar una familia por el mero hecho de desearlo y poder pagarlo. Y, ahora, el país democrático más poderoso del mundo decide que el cuerpo de las mujeres es cuestión de estado y abolir el derecho constitucional al aborto. Así, sin más dilación, la Corte Suprema decidió, gracias (o desgraciadamente) a los votos de la judicatura conservadora que no existe el derecho constitucional al aborto como tal; dejando que sea cada estado quien decida permitir o no la interrupción del embarazo.

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