La igualdad, un compromiso inquebrantable

La igualdad entre hombres y mujeres no es solo una frase bonita o un eslogan político recurrente. Es un principio fundamental que busca eliminar las barreras y los prejuicios que limitan las oportunidades de una parte de la población en todos los aspectos de la vida. A veces puede parecer lo contrario, pero es imprescindible seguir insistiendo en ello.

A pesar de los avances y las políticas implementadas en las últimas décadas, la sociedad contemporánea aún tiene por delante importantes desafíos. Es más, hay ocasiones en las que incluso da la impresión de que en lugar de avanzar con paso firme hacia la igualdad estamos retrocediendo. ¿Por qué ocurre esto? Quizás persistan intereses y estructuras organizativas que no están comprometidas con el cambio. Pero no debemos permitir que ello nos desanime.

Reflexionemos sobre los principios de la bioética: autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia. Son principios fundamentales para la toma de decisiones éticas en la medicina, pero también en la sociedad en general. La autonomía es clave, porque todos tenemos derecho a tomar decisiones sobre nuestras vidas sin restricciones. Y cuando nuestra autonomía se ve amenazada, debemos protegerla.

La justicia, por otro lado, garantiza que las cargas y los beneficios se distribuyan equitativamente. La igualdad de género es precisamente eso, un objetivo ético y absolutamente justo.

Históricamente, las mujeres han enfrentado obstáculos de todo tipo para construir sus proyectos de vida. La falta de acceso a la educación y la exclusión de la esfera pública que sufrieron, por ejemplo, nuestras abuelas fueron una enorme limitación de sus oportunidades. Si analizamos el problema desde esta óptica, es indudable que hemos avanzado, pero no lo es menos que aún queda mucho trabajo por hacer. Las mujeres han demostrado su valía en todas las áreas, desde la ciencia hasta la política, y es hora de que la sociedad reconozca y valore sus contribuciones.

Hoy la digitalización redefine nuestras vidas. Es una realidad que nos afecta a jóvenes y adultos por igual. Tenemos que adaptar nuestras estrategias para abordar estas realidades y la igualdad debe ser una parte integral de esa transformación. Las mujeres deben disfrutar de las mismas oportunidades de acceso a la tecnología, la realidad en línea y las oportunidades laborales en el mundo digital. Tenemos que cerrar la brecha de género en la tecnología y alentar a niñas y niños a explorar desde edad temprana los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas).

En este Día Internacional de la Mujer, los regionalistas reafirmamos nuestro compromiso y animamos al conjunto de la ciudadanía a hacerlo también. Tenemos que comprometernos todos a avanzar hacia un mundo donde la igualdad no sea sólo un derecho, sino una realidad para todos. Porque la igualdad de género no es sólo un objetivo ético, es también un imperativo moral. Y es hora de que todos seamos agentes activos del cambio. Las políticas y las leyes son importantes, pero también lo es nuestra actitud cotidiana. Debemos cuestionar los estereotipos de género, promover la igualdad salarial y apoyar a las mujeres en la búsqueda de su liderazgo y empoderamiento.

Sobran razones y argumentos para defender la igualdad de género como un compromiso inquebrantable. No podemos permitirnos retroceder, ni conformarnos con los avances logrados hasta ahora. Mucho menos conformarnos con la lentitud de unos cambios que resultan tan necesarios como urgentes.

Por todo ello, en este 8 de marzo, desde el PRC invitamos a la sociedad cántabra a seguir cuestionando, educando y promoviendo un mundo cada vez más justo y equitativo. Ayer y el resto de los 365 días del año, alcemos nuestras voces por la igualdad de oportunidades y en contra de todas las barreras. No queremos un mundo con exclusiones, ni discriminaciones. Nuestra aspiración es un futuro donde la igualdad sea una sólida realidad para todos.