La vara de Pereda
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Cantabria positiva ·
La vida del escritor de Polanco sirve de medida de la tendencia española a la inestabilidad política y la discordia civilEl coronavirus, que es como la Muerte de 'El séptimo sello', de Ingmar Bergman, se ha llevado también al principal 'peredólogo': el profesor británico Anthony H. Clarke, expertísimo en vida y obra de José María de Pereda. Era hijo adoptivo de ... Polanco. Ahora ya está definitivamente con el autor en la verde tierruca de Manitú. Ambos perduran terrenalmente, sin embargo, en sus escritos, donde sus ideas e investigaciones se encarnaron (o se 'entintaron', si lo prefiere usted).
Pereda es una magnífica sonda Mariner para explorar el espacio profundo de los traumas de la España contemporánea. Cuando nació en 1833, aún era rey Fernando VII, que falleció a finales de ese año y dio origen a una brutal guerra civil, la primera carlista. Entre aquella España y la de su muerte en Polanco en 1906, Pereda pudo conocer 14 (¡catorce!) jefes de Estado: cinco monarcas (Fernando, Isabel, Amadeo y dos Alfonsos), cinco presidentes de república (Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar y Serrano) y cuatro regentes (Cristina de Borbón, Espartero, Serrano y Cristina de Habsburgo-Lorena). Y varias revoluciones y guerras internas que consignar.
En estos mismos 73 años del polanquino, la patria de Clarke solamente conoció tres reyes: William IV, Victoria y Eduardo VII. Y ninguna revolución, aunque sí movimientos sociales que se fueron integrando. Es decir, en jefes 14 a 3 y en querellas a tiro limpio, como 10 a 0. Pero hay más: del óbito del novelista al del filólogo, España ha tenido seis jefes de Estado y el Reino Unido, cuatro. Además, sumamos la mayor guerra civil de todas las nuestras, y dos dictaduras. Al final de nuestra discordia ocurrió precisamente el nacimiento del profesor Clarke.
La vida de Pereda sirve así de vara de medir la historia contemporánea española. Sólo a partir de 1977 pareció que abandonábamos esta montaña rusa de agitación política y episodios cruentos. El visitante de Wuhan no nos hace olvidar, sin embargo, los espíritus que se siguen agitando cuatro décadas después. El Presupuesto de Montoro ya tiene garantizado su tercer año triunfal. Síntoma aparatoso de inestabilidad política que impide la normal gobernación del país. Inestabilidad, ante todo, del espíritu: los sociólogos del poder preguntan a la gente si procede la censura previa de informaciones por la Inquisición; la portavoz de la Generalitat condiciona la reconstrucción económica al derecho de autodeterminación; Rajoy es satanizado por pasear sin permiso mientras las ministras se autoindultan por el 'finde' de los contagios masivos. La Justicia se venda los ojos para ser imparcial y la Política para no serlo.
El PNV ha empezado a remolonear. Pero fue el EBB quien con la chapela enroscada decidió cambiar el rumbo de España en mayo de 2018. Aunque repita ahora el «no es eso, no es eso», como Ortega y Gasset en su lamento republicano, tiene que asumir que ha trastornado la trayectoria y que no le ha salido nada bien. El Presupuesto vasco sigue siendo también el del 'txapeldún' Cristóbal. No necesitamos más pruebas de que la vara de Pereda conserva ciertos (preocupantes) poderes métricos. La culpa es de... vaya, aquí se me acaba el tóner, qué pena.
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