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Uno. Sí, sus ojos no engañan al lector: en el título pone lo que el lector ve, vemos porque tenemos ojos. Los contemporáneos han interiorizado, grabado en su acervo gnoseológico [excusas por el tono pedantesco del sintagma] tópicos del tenor que sigue: «Tenemos ojos ... para ver; oídos para oír; manos para asir los objetos; pies para caminar». Anaxágoras, filósofo de la antigüedad preclásica [y el testimonio nos ha llegado a través de Aristóteles, según dejó dicho Emilio Lledó en el admirable prólogo que el filósofo sevillano le puso al, más que estimable, libro del médico pacense Cristóbal Pera 'Diccionario de términos psiquiátricos']: «Vemos porque tenemos ojos; oímos porque tenemos oídos; asimos los objetos porque tenemos manos; caminamos porque tenemos pies». La filosofía natural de los griegos, cuya atracción por la sofía, la sabiduría, nació de la observación, de la contemplación de la realidad [astros incluidos], de la naturaleza. Antes, pues, fue la anatomía; después, la fisiología.
Dos. A los [paralelos] enunciados transcritos subyace la dualidad causa medial [o eficiente]/causa final [o fin], tan cara a la escolástica medieval, deudora, reelaboración mediante, de la sabiduría del pensamiento griego clásico. El por y el para, por describirlo con las expresivas preposiciones castellanas, bien que entre el por qué se hacen las cosas y el para qué se hacen las cosas no haya, no puede haber, solución de continuidad, antes bien, ambas causas [la causa stricto sensu y el fin] se muestran indisolublemente unidas, la una, va de suyo, no se explica sin la otra, la una no existe, no puede dejar de existir, sin la otra. Distinción y unión que es, asimismo, perfectamente discernible en, el extremo, expresiones del tipo «hago las cosas por que sí [o por que no]».
Tres. ¿Anaxágoras, antiguo, pasado de moda? La filosofía, y, antes que ésta la naturaleza, dictan su ley [las leyes de la naturaleza, se entiende]. ¿Qué fue antes, la anatomía o la fisiología, el huevo o la gallina? Una aporía, una falacia encubre, podría argüirse, la interrogación. Quizá, tal vez. Mas ¿le suena al lector el dictum «el órgano crea la función»? Seguro que sí: los iniciados en el estudio de la burocracia, Max Weber dixit, lo saben de sobra. Quizá, tal vez, Anaxágoras, vale decir el maestro Aristóteles, no sean tan antiguos y demodés. 'Fiat atque vale'.
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