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El mes pasado Greta Thunberg asistió en Davos al Foro Económico Mundial. Desde la década de los 90 allí se reúne tratando de buscar soluciones a los problemas económicos y ambientales que nos amenazan. No conozco Davos; solo de oídas y de lecturas. Esta ... localidad suiza se hizo famosa en la célebre novela 'La montaña mágica' de Thomas Mann –Nobel de Literatura–. Es de esas que empiezas y nunca terminas porque olvidas el principio, pero que describe maravillosamente la belleza de aquella comarca que un médico alemán, el Dr. Spengler, en la segunda mitad del siglo XIX, con lujosos hoteles y sanatorios, puso de moda para el tratamiento de los tuberculosos ricos de Europa. Hoy los casi tres mil representantes mundiales, por fortuna, no parecían estar enfermos, pero Greta los visitó para echarles una bronca por no hacer bien los deberes con lo del cambio climático.
¿A qué viene todo esto que cuento? Pues porque, visto lo visto, es cuestión de animar a qué venga Greta a visitar esta comarca del Besaya para que vea cómo aquí –sin pretenderlo– ya antes de que ella naciera y sin broncas, se hicieron bien las cosas. Hace años no teníamos medidores ambientales; nos las arreglábamos con la vista y el olfato. ¿A qué ahora ya no huele ni a cloro, ni a amoníaco, ni a ácido? E incluso casi ni en el Ferial a boñiga…, desde luego nada que ver con las ferias en La Llama. Que sí, que hemos cumplido los deberes: zonas verdes, más que nunca; terrenos y polígonos industriales extensos –entre La Hilera y Las Excavadas– preparados para proyectos no contaminantes; peatonalización de calles progresiva eliminando la peste de los vehículos; calderas y chimeneas sin humo, y, mientras tanto, como el radón como no se ve…
Estuvieron de moda los hermanamientos: Rochefort-sur-Mer, La Habana Vieja y alguno más; otra moda fue aquella que se anunciaba como 'Ciudad libre de energía nuclear'; ahora protestamos por el efecto invernadero de las torres de refrigeración en Barreda, y por la nueva planta de combustible de residuos sustituyendo al carbón. A principios de siglo XX el mayor problema de las grandes ciudades era el estiércol: en Nueva York 200.000 caballos dejaban en las calles a diario 2.000 toneladas; era insoportable. El automóvil solucionó el problema. Todo un ejemplo: Torrelavega 'Ciudad desindustrializada'. Pues eso: ¡Que venga Greta y lo vea!
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