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Este podría ser perfectamente el resultado del partido de fútbol que está jugando Piqué contra Shakira. Sí, porque, además, juega fuera de casa. Estamos ante la vieja historia del desenlace del amor-odio, de la traición amorosa y el despecho y todo ello cantado y ... contado como en tiempos antiguos hacían los juglares en palacio. Supone la retransmisión, en directo, de una ruptura en donde los amantes se convierten en contendientes y los amores, trastocados en odios, terminan partidos. Al final, para ambos, ha sido un mal partido.
O no tanto. Porque lo más significativo de todo ello es la repercusión mediática que las causas y azares de esta separación está generando en todos los medios y soportes de comunicación internacionales. Shakira y Bizarrap están arrasando en ventas en el negocio de la música en streaming y Piqué y las marcas aludidas en la canción están generando un buen negocio a cuenta del refuerzo de marca (branding) que están consiguiendo revitalizar marcas o productos que no estaban en la mente, sobre todo de los compradores más jóvenes. De hecho, todo esto, me lleva a pensar que quizá el mayor éxito de esta ruptura esté en la unión de intereses económicos y comerciales que la misma está generando; es una buena forma de hacer caja gracias al morbo ajeno y como bien dice la canción, factura ella y también factura él. De esta fractura han surgido unas buenas facturas.
Pero lo más singular de todo es que esta última canción ha captado el interés de un amplio elenco de oyentes: los despechados con el amor, los que rechazan a Piqué por su pasado deportivo o por sus negocios deportivos, al margen del deporte, los que están interesados en todo cotilleo y que se consuelan con sentir que los ricos también lloran, los curiosos con las vidas de otros y los que, gracias a esas vidas, juzgan las propias.
Es cierto que a mí la canción me ha parecido que tiene una melodía pegadiza y que, cuando menos, posee una voz reconocible en la cantante y no trastocada con autotunes que lo único que hacen es trucar voces en donde dar el cante es más importante que cantar.
En mi opinión, quizá lo más destacable de esta canción es, como la propia cantante ha destacado, su propia repercusión, con un marketing muy bien elaborado, con la difusión ajustada al palo del éxito y difundida por esa curiosidad morbosa que, sin ninguna duda, le ha incrementado audiencia. Hasta es posible que marque tendencia y otros u otras se animen también a hacerlo.
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