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Cómo nos venimos arriba. Ahí, poco a poco, in crescendo, como que no quiere la cosa. Mutamos. Adiós a ese tono de voz plano, anodino. ... Suben los decibelios, la gesticulación aumenta y no nos vale con hablar, hay que gritar, que nos oigan alto y claro. «¿Se está viniendo arriba, no?», dicen. Sí, claro que sí. Como ese diputado cántabro que puso en pie el jueves a sus compañeros de bancada. Subido en el púlpito de la Cámara Baja para defender la gestión de los suyos y reprobar la de la competencia: «¿Qué hicieron ellos cuando gobernaban este país? ¡Subieron todos los impuestos!», se desgañitaba. Cómo no se iba a venir arriba si cada vez que aludía a quienes «recortaron», los aplausos crecían. Así que no pudo parar de decirlo: «¡Y recortaron, recortaron, recortaron...!». Cómo no iba a seguir si veía que sus camaradas se levantaban de sus asientos para aplaudirle como si de un mitin se tratara. Qué escena tan entrañable. Sólo faltaba el himno y las banderas del partido para que todo fuera perfecto. De película. Pero no solo el Congreso es un sitio propicio para venirse arriba. Un salón de plenos de cualquier ciudad, por ejemplo el de Santander, también puede ser un buen escenario.
O si no que se lo digan a ese concejal del equipo de gobierno que mantuvo un rifirrafe con otro de la oposición sobre el espionaje a líderes políticos catalanes. Hasta que explotó: «La única ministra que tiene un par de ovarios se llama Margarita Robles». Y fue también in crescendo: «Pues claro que hay que espiarles, cómo no. ¿Unos señores que quieren romper con el Estado? Por supuesto». Ahí le tienes. No sé que dirá la ministra ante tanta sinceridad.Congreso, ayuntamientos, diputados, concejales... Me temo que nos tenemos que ir preparando y eso que queda aún un año para las próximas elecciones. Menos mal que no ha triunfado la idea de prohibir el alcohol de los menús del día. Si no a ver cómo íbamos a digerir todo esto sin un vaso de vino en la mesa. Y digo uno, no la botella entera, que no hace falta venirse tan arriba. Para eso ya están otros.
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Ana del Castillo
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