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A pesar de los récords en el número de vacunaciones que nuestros sanitarios baten cada día, y que siempre agradeceremos, la realidad de la pandemia nos aboca a unas semanas inciertas, donde las decisiones empresariales en todos los ámbitos y, especialmente en el turístico, son ... harto difíciles ya que en muchos casos suponen la supervivencia de la empresa. Algunos dicen que se trata de aguantar el verano. Consideran que con los escasos 60 días que tenemos de estío en Cantabria las empresas y autónomos del sector turístico salvarán los muebles después de más de un año de pérdidas. Nada más lejos de la realidad.
Según la encuesta de Turismo de Residentes, en 2020 el número de pernoctaciones en España cayó un 37,9% y el gasto medio por turista bajó un 56%. Este año las autonomías que más dependen del turismo extranjero sufrirán unas pérdidas del 50% en sus ventas. Además, las diferentes y, en ocasiones, hasta contradictorias medidas sanitarias y legales que están imponiendo por el aumento de positivos, hacen que desde los países emisores de turismo se vea con recelo, cuando no se desaconseja, visitar nuestro país.
Cantabria, según datos de Exceltur, parece que tendrá una temporada aceptable gracias al turismo nacional, tradicional en nuestra comunidad. No obstante, ese 18 % de pérdidas respecto a 2019 que se estima nos indica que urge tomar medidas para mantener las empresas y el empleo en el sector, así como para fidelizar ese turismo que, como consecuencia de la pandemia, ha elegido el norte por su menor masificación para pasar sus vacaciones.
Hace unos días, desde la Consejería de Turismo del Gobierno de Cantabria, se publicó que se estaba trabajando en alargar la temporada. Con el mismo objetivo, el Ayuntamiento de Santander anunció unos bonos turísticos. La realidad es que desde que contacté con el mundo del turismo en Cantabria, y ha llovido mucho desde entonces, se está tratando de desestacionalizarlo sin conseguirlo. Personalmente, creo que el primer paso es crear una mesa con todas las asociaciones y agentes del sector para analizar la comunidad como destino turístico, profundizando en nuestras fortalezas y, por supuesto, en nuestras debilidades. Y quien mejor para hacerlo que aquellos que viven por y para el turismo.
Y, como esta pandemia no va acabar tan pronto, debemos revisar los parámetros que condicionan las medidas sanitarias. Además, el sector necesita que se apliquen medidas económicas específicas: adaptar y extender en el tiempo los ERTE y equipararlo a otros sectores como el automóvil o la minería en lo referente a ayudas. El turismo es uno de los motores de la economía cántabra y hay que mirar hacia el futuro.
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