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El viaje hacia un destino de anormalidad

Las heroínas cántabras de las mascarillas paliaron la dramática falta de medios

Viernes, 1 de mayo 2020, 07:29

«La culpa fue del chachachá» ya lo cantaba Gabinete Caligari hace treinta años. No es ninguna novedad. España está de luto sin banderas ni ... crespones negros, y por fin sabemos que el plan del Gobierno consistía en no tener plan. Pasaremos del arresto domiciliario a la nanolibertad vigilada, pero amanece, que no es poco, en el camino hacia un destino de nombres inquietantes, desescalada y nueva normalidad, es decir, la anormalidad crónica y la separación permanente. El mérito del Gobierno con más ministros de Europa en época de carencia es cuádruple: se enroca y no reconoce errores, solivianta a todos a la vez -científicos, médicos, farmacéuticos, sanitarios, jueces, policías, empresarios, autónomos y señoras de la limpieza-, desliza amenazas veladas sobre la posibilidad de un corralito e intenta cercenar la libertad de expresión. El Gran Hermano nos vigila.

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