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El acuerdo comercial UE-Mercosur ya es una realidad, pero creo que no se ha dado la información que le interesa al agricultor o ganadero, sobre todo sus claves: cómo lo ven los agentes del sector y qué va a pasar ahora. El acuerdo aún ... tiene que ser aprobado por el Parlamento y el Consejo de la UE y por los congresos de los cuatro integrantes de Mercosur. Trataremos hoy los dos primeros puntos
Veamos las claves del acuerdo. Las negociaciones comenzaron en 2000, pero se atascaron y no fue hasta 2019 que llegaron a un preacuerdo que abarcaba desde aranceles y normas sanitarias hasta reglas de propiedad intelectual. Las negociaciones volvieron a estancarse ante la preocupación comunitaria por los estándares medioambientales de Mercosur y por la deforestación en Brasil. Ahora se ha añadido un anexo para satisfacer a la UE, que incorpora mayores garantías de protección medioambiental; planea que los países firmantes cooperen para la implementación de tratados internacionales contra el cambio climático (Acuerdo de París) y ejecuten acciones para promover productos sostenibles. Al mismo tiempo, el presidente brasileño apuesta por la reducción de las tasas de deforestación en la Amazonía para calmar las inquietudes comunitarias.
La Comisión Europea (CE) estimaba que, merced al desmantelamiento arancelario, las exportaciones comunitarias obtendrían un ahorro de 4.000 millones de euros/año, pues permitirá eliminar numerosas barreras arancelarias y no arancelarias, ya que Mercosur liberalizará el 91% de sus importaciones (91% de sus líneas arancelarias) y la UE el 92% de las suyas (95% de sus líneas arancelarias) en concreto, 82% de las agroalimentarias de Mercosur (para productos sensibles, la UE impone contingentes arancelarios).
El acuerdo será el mayor tratado comercial jamás refrendado tanto por la UE como por Mercosur. La UE fue en 2023 el segundo mayor socio comercial del Mercosur, trás de China y delante de EE UU, al suponer el 17 % de las importaciones. Mientras, éste fue en 2023 el décimo mayor socio comercial de la UE, con exportaciones valoradas en 53.700 millones de euros, buena parte en productos agroalimentarios.
Las negociaciones han enfrentado la firme oposición de Francia, presionada por las protestas de sus agricultores que denuncian la «competencia desleal» que supondría la entrada de productos del Mercosur. Del otro lado, los gobiernos de España y Alemania han impulsado el acuerdo por el crecimiento económico que puede conllevar.
La competencia para el sector agrario comunitario de los productos agroalimentarios latinoamericanos, producidos con regulaciones ambientales y laborales más laxas, bajarían los precios y desplazarían los productos locales, y menoscabaría la diversidad y seguridad alimentaria en la UE. Aquí está la clave de la oposición del sector agrario español. Este rechaza el acuerdo y lamenta ser «moneda de cambio; se siente el gran perjudicado por un convenio de libre comercio en el que se les ha utilizado como «moneda de cambio», sin considerar sus intereses. Así se expresan el presidente de Asaja, el presidente de COAG y el secretario de Relaciones Internacionales de UPA.
Los productores españoles de carne de vacuno están «tremendamente disgustados». La gerente de la Asociación Española de Productores de Vacuno de Carne (Asoprovac) ha asegurado que las consecuencias de este pacto serán «dramáticas» para la producción comunitaria «por las diferencias de costes tan grandes entre los dos bloques». Es una «auténtica barbaridad» porque se prevé que el contingente de carne de vacuno de Mercosur equivaldrá a «la mitad del volumen» de carne producida en territorio comunitario. Serán 99.000 toneladas con un arancel reducido del 7,5%, que «vendrán como piezas (solomillos) a un coste muy inferior, entre 18% y 22% menos que el solomillo comunitario». La UE introducirá gradualmente ese contingente; representa el 1,6% del consumo total de carne de vacuno en la UE, en un mercado que ya importa unas 200.000 toneladas/año desde Mercosur.
El director general de la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (Anice) ha asegurado que los acuerdos de libre comercio son «una oportunidad de futuro». Ha dicho que «debemos esperar sus efectos a medio-largo plazo». En su opinión, los «temores» de algunos sectores agrarios están «justificados». Es ahí donde «deberá imperar la igualdad de trato en cuanto a requisitos de sanidad vegetal o controles en fronteras». En cuanto a las importaciones de carne, no dudan de que deberán cumplir los estrictos requisitos higiénico-sanitarios comunitarios. «Desde hace tiempo, se importa carne desde América del Sur y existe una trayectoria de relaciones consolidadas que ahora se fortalecerá más».
Por su parte, los fabricantes españoles de piensos compuestos para animales ven con «buenas expectativas» el acuerdo. El director general de la patronal de fabricantes de piensos compuestos para animales (Cesfac) ha asegurado que, para la industria de la alimentación animal, un acuerdo que se aplique «bien y evite competencia desleal supone un mayor y más fácil acceso a materias primas que necesitamos para atender las necesidades de la ganadería».
Por contra, la presidenta de la CE ha insistido a los agricultores comunitarios descontentos con el acuerdo que éste incluye «garantías robustas para proteger su fuente de ingresos».
Nuestro ministro de Agricultura ha afirmado que el Mercosur es una gran oportunidad económica para el sector agrario y que el sector agroalimentario saldrá reforzado de esta apertura.
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