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Viene el invierno

Cantabria debe abrigarse mentalmente para afrontar las consecuencias del virus, el enfriamiento económico, la sopa de siglas y las sorpresas de una investigación

Sábado, 7 de marzo 2020, 07:42

Lo he escrito más veces, pero, sorprendentemente, la actualidad, lejos de dar el mensaje por amortizado, le exige un bis de propina. A saber: que no fue de recibo una sucesión tan acelerada como la que Juan Carlos I y Felipe VI protagonizaron en la ... primavera de 2014. ¿A qué venía tanta prisa? Se causaron no pocas dudas jurídicas. Pero, sobre todo, no se permitió que el acceso al trono del nuevo monarca se organizase con la pompa que dichas ceremonias de Estado, que se ven una por generación, exigen y aprovechan: asistencia de otros reyes y familias reales, presidentes de países de la Unión, de Iberoamérica, figuras internacionales de las artes, las ciencias, los negocios… Los actos de sucesión resultaron impropios de un país de la historia y la importancia económica y cultural de España. Y todo fue por la precipitación: no se podía de pronto cambiar la agenda primaveral de grandes personajes. O eran muy poco espabilados quienes lo organizaron o actuaron bajo una presión enorme de tiempo, que les hizo asumir como precio obligado un relevo deslucido, que no sirvió para reforzar la imagen de la monarquía en la sociedad española. Una buena chapuza, es lo que fue.

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