Vientos del pueblo

La electricidad es esencial para el derecho a una vida digna constitucionalmente reconocida, por lo tanto el acceso a la misma, su generación y su distribución debe planificarse y debatirse desde la óptica del bien común con una perspectiva a largo plazo, huyendo del espíritu cortoplacista al que nos tienen acostumbrados los gobernantes y la clase política de esta comunidad autónoma.

A riesgo de caer en el hartazgo, desde la Unión General de Trabajadores reiteramos la necesidad de planificar de una vez por todas la ordenación del territorio para poder posteriormente dar respuesta a las necesidades energéticas de esta comunidad; señalando qué espacios pueden estar dedicados a la producción de según qué tipo de energía y cuáles no, cómo se va a garantizar el acceso de energía a toda la ciudadanía cántabra, habite donde habite... En definitiva, un PROT que, desde el consenso, garantice, en este caso, el derecho del pueblo a la electricidad, elemento fundamental para una vida digna.

Una vez ordenado el territorio, es esencial contar con una potente red de transporte y distribución de la energía eléctrica que cuente con las mayores garantías medio ambientales, sociales y económicas. A partir de aquí, la pregunta es: ¿realmente Cantabria necesita producir energía? Y de ser así, ¿qué tipo de energía? En esta respuesta hay muchos aspectos indispensables a considerar, desde el fomento del ahorro energético y el autoconsumo, hasta la priorización de las energías renovables, pasando por la necesidad de invertir en I+D+i.

Si realmente Cantabria necesita producir energía, UGT apuesta porque éstas sean renovables y porque no se priorice un único tipo sino que, con la planificación anteriormente señalada, se apueste por un mix de energías (solar, eólica, mareomotriz, biomasa, etc) que, utilizándose de manera racional y ordenada, garanticen el suministro eléctrico en Cantabria y genere el menor impacto posible.

Dentro de este mix energético y respecto a la energía eólica, es fundamental realizar una planificación energética general que cuente con su propia evaluación de Impacto Ambiental, como marco, además, de las evaluaciones propias de cada parque. Además hay que tener en cuenta que si bien la energía eólica genera empleo, la mayor parte de este empleo está en la producción de los molinos eólicos (fabricación de palas, motores, etc.) y en la construcción del parque y no en el parque en sí, ya que una vez en funcionamiento el empleo que necesita para su funcionamiento es prácticamente simbólico.

De igual manera, a pesar de lo que se publicita, la realidad es que los parques eólicos generan muy poca riqueza pública, puesto que están en manos privadas, y por lo tanto la mayor parte de sus beneficios también.

En conclusión, hacer realidad el acceso a la electricidad como parte fundamental de una vida digna requiere de planificación, ordenación y consenso. La ciudadanía en general y la clase trabajadora en particular juega un papel fundamental, tanto en el ahorro como en el autoconsumo, por lo que es necesario facilitar el acceso al mismo.

Pero además, es igualmente imprescindible que el planeamiento energético no sólo tenga en cuenta el suministro eléctrico y la calidad del mismo sino que también facilite un precio asequible y el establecimiento del bono social de manera permanente y regular para aquellos que, por las circunstancias que sean en un momento dado, no pueden hacer frente a ese precio asequible.

Señoras y señores gobernantes de Cantabria, no olviden que la energía es un bien común. Ya lo dijo el gran poeta Miguel Hernández: «Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta».